El verano de este año está cubierto por una ardorosa campaña electoral.
Por un lado, se postula la fórmula integrada por José Tamborni y Enrique Mosca, apoyada por el radicalismo y los partidos Socialista, Demócrata Progresista y Comunista.
Por el otro, el partido Laborista y la UCR Junta Renovadora apoyan a Juan Domingo Perón y J. Hortensio Quijano.
La campaña está marcada por algunos incidentes pero las elecciones del 24 de febrero, custodiadas por el Ejército, resultan inobjetables. Perón obtiene el triunfo sumando 1.500.000 votos contra 1.200.000 de sus opositores.
Antes de asumir como Presidente constitucional, Perón decide la disolución de las fuerzas que lo apoyaron con el propósito de constituir un partido político. También obtiene del gobierno de facto la intervención de todas las universidades y de la Unión Industrial, un régimen de monopolio de la producción de papel para diarios, la nacionalización del Banco Central y la repatriación de la deuda externa.
El 4 de junio, Perón asume la presidencia ante el entusiasmo popular. Su victoria electoral le permite contar con la adhesión de todos los gobiernos provinciales, excepto Corrientes, la casi unanimidad del Senado y los dos tercios de la Cámara de Diputados.
Este año, Argentina reanuda relaciones diplomáticas con la Unión Soviética.
El gobierno presenta al Congreso el Primer Plan Quinquenal, un conjunto de proyectos de clara tendencia nacionalista, estatista y autarquizante.
En el Parlamento, el peso de la oposición es llevado por el Bloque de los 44, radicales encabezados por Ricardo Balbín y Arturo Frondizi.
Las reservas de oro y divisas acumuladas por el Banco Central gracias a las exportaciones argentinas durante la Segunda Guerra permiten una política de plena ocupación y altos salarios, mejorada por los decretos de tipo social emitidos durante el gobierno de facto y convertidos en ley por el Congreso.
La gente gasta su dinero en alimentos, entretenimiento e indumentaria y empieza a tener vacaciones pagas y altas indemnizaciones por despido, a tal punto que éstos se convierten en una suerte de ?industria? apoyada por los nuevos tribunales del trabajo.
Otro elemento inédito en el estilo político del gobierno de Perón es la creciente preponderancia de su esposa, Eva Duarte, que ocupa un despacho en la Secretaría de Trabajo, donde atiende los pedidos de gente humilde y establece una organización informal de ayuda social.
Fuente: http://bit.ly/1TSScif