Por Clinton Nzala

El 1 de enero de 2022, cuando Sudáfrica enterró a uno de sus hijos más ilustres e íconos anti-apartheid, el arzobispo Desmond Tutu, la hipocresía de los medios corporativos estaba en plena exhibición. Reuters lo describió como la ‘brújula moral’ de África. Al Jazeera se refirió a él como el icono anti-apartheid de Sudáfrica. CNN publicó artículos refiriéndose a él como la “voz de la justicia y la conciencia nacional de Sudáfrica”. El medio de comunicación más grande de Sudáfrica, SABC (South African Broadcasting Corporation) se llevó la palma con un artículo titulado: “El representante del Dalai Lama en el funeral de Tutu insta al mundo a pensar en el tema China-Dalai Lama“.

Mientras que los medios corporativos literalmente se pisotearon unos a otros mientras competían para rendir el tributo más entusiasta al arzobispo Desmond Tutu, todos omitieron descaradamente su apoyo público e inquebrantable al pueblo de Palestina y su lucha diaria contra el dominio de la ocupación israelí. Cualquiera con conocimientos básicos sobre la historia del arzobispo habría esperado que su solidaridad con Palestina figurara en cualquier informe sobre su vida. Simplemente no hay ningún periodista o historiador que se precie, que pueda hablar del arzobispo y dejar de mencionar su enérgico y casi permanente apoyo a la causa palestina.

Los puntos de vista y opiniones de Desmond Tutu sobre la cuestión palestina están bien documentados; los periodistas no necesitan indagar demasiado para encontrarlos. En un editorial publicado por el periódico israelí Haaretz en 2014, señaló los muchos paralelismos entre la ocupación israelí y el gobierno del apartheid de Sudáfrica, escribiendo:

«He estado en el territorio palestino ocupado y he sido testigo de las carreteras y viviendas segregadas racialmente que me recordaron mucho las condiciones que vivimos en Sudáfrica bajo el sistema racista del Apartheid».

Un año antes, el arzobispo hizo hincapié en esta comparación en una entrevista con The Washington Post , recordando a los lectores que “lo que se les está haciendo a los palestinos en los puestos de control, para nosotros, es el tipo de cosas que experimentamos en Sudáfrica”. Desmond Tutu también era un partidario acérrimo del movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), porque creía que hacer negocios con los ocupantes israelíes perpetuaba peligrosamente el status quo. En el artículo del diario israelí Haaretz , señaló:

Aquellos que continúan haciendo negocios con Israel, que contribuyen a un sentido de «normalidad» en la sociedad israelí, están haciendo un flaco favor al pueblo de Israel y Palestina. Están contribuyendo a la perpetuación de un status quo profundamente injusto.

A primera vista, daría la impresión de que el hecho de que los principales medios de comunicación no mencionaran este importante hecho sobre el arzobispo Tutu fue posiblemente el resultado del consumo excesivo de alcohol durante el período festivo. Si bien las bebidas embriagantes pueden haber jugado un papel en este desaire de los hechos, tal omisión es por diseño, cortesía de los medios de comunicación sudafricanos e internacionales. Reescribir la historia, esencialmente negando las relaciones históricas entre la lucha contra el apartheid en Sudáfrica y la lucha en curso para liberar Palestina, sirve a los intereses de los principales medios occidentales y sus acólitos.

Edición convenientemente selectiva

El Congreso Nacional Africano (ANC) y sus líderes tienen una relación profunda y duradera con el pueblo de Palestina. Ha sido cimentado por la experiencia compartida de ser sometidos a regímenes brutales y asesinos en sus respectivos países. Incómodo por esta solidaridad, el lobby de Israel no ha escatimado esfuerzos para disminuir, desacreditar o borrar esta relación de la vista del público. Para lograr su objetivo, ahora se dirigen a los principales consumidores de medios corporativos, los llamados impulsores de la opinión pública. Demasiados editores han caído en estos esquemas, convirtiéndose en asesinos de la verdad y los hechos.

Distorsionar la historia, en particular la historia africana, no comienza con el arzobispo Tutu. Desde el continente y más allá, también somos testigos de cómo se revuelve y anula el legado de Nelson Mandela. ¿Cuántos editores de medios corporativos lucharían por los asientos de primera fila en la inauguración de una estatua en honor de Madiba, pero sin susurrar una sola palabra sobre su crítica a las políticas de apartheid de Israel y su amor y admiración por la Revolución Cubana? Si bien The New York Times dijo que la voz de Mandela ayudó a acabar con el apartheid , y la BBC señaló al «ganador del Premio Nobel de la Paz que ayudó a acabar con el régimen racista en Sudáfrica» , todos se saltaron la cuestión de Palestina. Que conveniente. Al no estar dispuesto a ofrecer una versión completa y coherente de la historia y los íconos globales como Arzobispo Tutu, la corriente principal, en cambio, ofrece a los espectadores una edición fotográfica. Sin embargo, ningún tratamiento médico puede borrar la postura valiente y moralmente recta que adoptó el arzobispo sobre la cuestión palestina. La mejor manera en que podemos honrar su memoria y su legado es seguir su apoyo de principios a los hijos e hijas de Palestina que aspiran a la libertad. Al arzobispo Tutu, le digo: «¡Hamba Kahle Mkhonto!» (¡Encendiste la antorcha de la resistencia y seguiremos tus pasos!).

Sobre el autor: Clinton Nzala es analista y estratega político con sede en Quito, Ecuador. Trabaja para el medio de noticias panamericano, teleSUR. Ha trabajado con varios movimientos políticos y sociales en África como movilizador y organizador.

Fuentes: https://mintpressnews.es  y  https://contrainformacion.es