La arrasadora victoria de Boric en Chile no solo es importante para ese país: puede ayudar a consolidar un nuevo momento regional donde se vuelvan a desplegar instancias de integración autónomas, con liderazgos nacional-populares, progresistas y de izquierda.
El rutilante triunfo de Gabriel Boric es estimulante por varios motivos, internos y externos. Primero, por lo que significa para Chile: es la llegada al poder político de una nueva generación de activistas, forjados en las luchas universitarias de 2011, por educación pública, gratuita y de calidad, y contra el lucro. Boric fue una de las caras visibles de aquellas movilizaciones, junto a otros dirigentes como Camila Vallejo y Giorgio Jackson, que también tomaron lugares de protagonismo en el plano institucional. Y además conecta con una época posterior de cuestionamientos a las jubilaciones privadas (motorizada principalmente a través de la plataforma “No más AFP”), pilares del modelo económico desigual que imperó en Chile durante las últimas décadas. Son años vertiginosos, de impugnación y creación, donde se funda el Frente Amplio chileno como herramienta política, novedosa, disruptiva. Con una gran elección de Beatriz Sánchez en 2017, esta formación queda a las puertas del ballotage que disputaron Piñera y Guillier, donde el conservador se impuso.
La llegada a La Moneda de este joven de 35 años también es impensable, claro, sin las movilizaciones de octubre de 2019, que cuestionaron integralmente (“no son 30 pesos, son 30 años”) al sistema político y económico, empalmando precisamente con aquella trayectoria previa de movilizaciones. Sin Convención Constitucional no hay Gabriel Boric presidente. Y, podemos decir hoy: con Gabriel Boric hay certeza de continuidad del trabajo de la Convención Constitucional. Por eso Elisa Loncón, titular del órgano que redactará la nueva Carta Magna de Chile, celebró el triunfo del joven frenteamplista. No daba lo mismo un triunfo de Kast.
En su discurso del domingo por la noche, apenas horas después de que el candidato de ultraderecha reconozca la derrota, Boric hizo un repaso de todos los temas de su programa de gobierno: proceso constituyente, democracia, DDHH y justicia; distribución de la riqueza, vivienda y jubilaciones; género, pueblos originarios, juventud y futuro. "Nunca más podemos tener un presidente que le declare la guerra a su propio pueblo" dijo, recordando a las víctimas de la represión estatal durante 2019, como un teledirigido a Sebastián Piñera. “A La Moneda entra la gente” señaló. "Mi compromiso es cuidar la democracia todos los días. Y una democracia sustantiva, que no se reduce solamente al voto. Una democracia en los barrios, donde las organizaciones sociales tengan protagonismo. Una democracia sin la gente no es realmente democracia" destacó, volviendo a poner sobre la mesa la idea de una democracia protagónica y no solo representativa. Como se ve, un discurso de objetivos refundacionales, con contenidos profundos, a la altura de los acontecimientos. Un speech pensado íntegramente para entrar a la historia.
El tablero regional
Pero el triunfo de Boric importa también en el tablero regional. En 2017 las administraciones de derecha en nuestra región crearon en Perú el denominado Grupo de Lima. Años más tarde, ya en este 2021 que nos está dejando, Pedro Castillo se metió en la segunda vuelta y conquistó la presidencia del país nada menos que ante Keiko Fujimori. Es decir: el Grupo de Lima se quedó sin Lima. En 2019, en Santiago de Chile, Piñera, Macri, Bolsonaro, Lenín Moreno e Iván Duque fundaron Prosur, un sello sin ningún vigor cuyo único motivo de origen era dejar languidecer a la Unasur. La llegada de Boric al poder político rompe el tablero: Prosur, que ya había visto inmolarse a Macri y Moreno, pierde ahora a Piñera. Fundada en Santiago, Prosur se queda sin Chile.
El año que viene, ese 2022 que está a la vuelta de la esquina, América Latina afrontará dos elecciones decisivas: Brasil y Colombia. Ambas, con buen pronóstico (a esta hora, siempre viene bien remarcarlo, a esta hora) para los candidatos progresistas, Lula y Petro. Entonces, el triunfo de Boric puede acelerar una hipótesis que ya se venía debatiendo en pasillos y reuniones: ¿será el momento oportuno para intentar relanzar la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur)? Que esa pregunta ya flote, circule, al menos como posibilidad, da cuenta de la potencialidad de los hechos que estamos viendo pasar ante nuestros ojos, independientemente de la posibilidad concreta.
Lula admitió la necesidad de relanzar el Banco del Sur y el Consejo de Defensa Sudamericano, en una entrevista de Bernarda Llorente para Télam durante su visita a la Argentina. Sabe el fundador del PT que el principal escollo de Unasur hoy tiene nombre y apellido: Jair Messias Bolsonaro. Rafael Correa, ex presidente de Ecuador, también manifestó semanas atrás, en el programa “Un Mundo de Sensaciones” de Futurock, su deseo en torno a un posible relanzamiento de las herramientas de integración regional sudamericanas. Aunque dijo que, desde su punto de vista, el gobierno de Alberto Fernández estaba esperando las elecciones en Brasil para tomar una decisión. Podría sonar lógico, por el peso político del gigante sudamericano.
Como sea, el triunfo de Boric puede comenzar a pavimentar un camino de unidad institucionalizado, donde los líderes del nuevo ciclo progresista regional confluyan, acuerden, coordinen acciones. Durante la primera fase de la pandemia, a América Latina le faltó ese ida y vuelta. Hubo dos excepciones, que merecen ser destacadas: la activa presidencia mexicana de la CELAC (la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y las reuniones del Grupo de Puebla. En cuanto a la CELAC, Argentina se predispone a ser presidencia pro témpore en el 2022, buscando continuar los esfuerzos que durante este tiempo hizo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. A la par que esto sucede, el triunfo de Boric nos muestra que América del Sur merece buscar su nueva “unidad en la diversidad”, en momentos donde la segunda oleada progresista vuelve a tomar fuerza. ¿Será la hora de intentar relanzar a la Unasur?
Fuente: Telam