A seis meses de las elecciones presidenciales, las encuestas de intención de voto favorecen a Gustavo Petro, candidato alternativo que se cobija bajo la coalición denominada Pacto Histórico. Las cosas pueden cambiar, pero el establecimiento colombiano enfrenta una carrera contrarreloj para atajar al aspirante, quien militó en la guerrilla M-19.
Colombia empieza a adentrarse en el debate electoral de 2022, año en el que los
ciudadanos elegirán nuevo presidente y, por primera vez, se abre una opción real de que el país sea gobernado por un candidato de la izquierda progresista.
El país escapó a la tendencia latinoamericana de la primera década del siglo XXI, cuando el continente fue testigo de gobiernos de dicha orientación con la llegada al poder de Hugo Chávez, en Venezuela; Rafael Correa, en Ecuador; Evo Morales, en Bolivia; Luiz Inacio Lula da Sila, en Brasil; Néstor y Cristina Kirchner, en Argentina; y José Mujica, en Uruguay.
Mientras la región daba un giro hacia la izquierda, Colombia, al contrario, se aferraba al gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), que llegó con una fuerte doctrina militar y una promesa de seguridad. Eran tiempos en los que grupos guerrilleros, como las FARC o el ELN, lograban un amplio poderío territorial, en medio de fallidas negociaciones de paz.
"Colombia ha sido la excepción para la izquierda. Nunca ha tenido un gobierno de esta tendencia . Pero creo que después del Acuerdo de Paz y de que mermara un poco la fijación de la izquierda con la guerrilla, uno esperaría que aparecieran fuerzas de izquierda que sean competitivas electoralmente. Así que es muy seguro que, eventualmente, llegue un gobierno de izquierda a Colombia", señala a Sputnik Yan Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, en Bogotá.
En ese panorama, el candidato presidencial colombiano Gustavo Petro, de 61 años, lidera las encuestas de intención de voto. Si bien los diferentes estudios estadísticos que demuestran la tendencia no son comparables unos con otros, hay un común denominador y es que el actual senador supera con creces a sus contrincantes políticos.
En la encuesta de la cadena W Radio realizada por la firma Datexco y
publicada el 2 de noviembre pasado, el aspirante marcó 23%, con lo que duplica al segundo en la lista, el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo, quien busca ser presidente por la Coalición de la Esperanza.
Un escenario similar
mostró un estudio más reciente, publicado por el noticiero CM&, realizado por el Centro Nacional de Consultoría (CNC), en el cual Petro figuró con 22% de intención de voto, mientras que el resto de la lista —más de 10 candidatos— marcó menos del 6%.
Hay que tener en cuenta que los comicios presidenciales del próximo año están agendados para el 29 de mayo, es decir, faltan más de seis meses y aún nada está dicho.
La lista de candidatos, como suele ocurrir en el país latinoamericano, todavía es bastante larga y falta que se decanten varias coaliciones, que muchos aspirantes desistan u opten por apoyar a otros más fuertes y que el Centro Democrático, partido del expresidente Álvaro Uribe Vélez, defina cuál será su ficha. De eso dependerá el movimiento de los números en las encuestas y, en general, en los intereses que tienen los votantes.
Hasta el momento, Colombia cuenta con más de 50 precandidatos presidenciales. Algunos se inscribirán por firmas y otros tendrán aval de los partidos políticos conformados legalmente.
Asimismo, las coaliciones que buscarán elegir candidato único son de todos los colores. Se destacan la Coalición de la Esperanza, integrada por Sergio Fajardo, exgobernador de Antioquia; Juan Fernando Cristo, exministro del gobierno de Juan Manuel Santos; el exnegociador de paz Humberto de la Calle; el senador Jorge Robledo; y el exsenador Juan Manuel Galán.
También está la llamada coalición de los exalcaldes, en donde están Enrique Peñalosa, exalcalde de Bogotá; Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín; y Alejandro Char, exalcalde de Barranquilla. Por otra parte, se cuentan los precandidatos de partidos tradicionales, como el Conservador, que le apostará al hoy senador David Barguil; y el Centro Democrático, partido de Gobierno, que presentará candidato el próximo 22 de noviembre.
Por último, está el denominado Pacto Histórico, que conforman Gustavo Petro y otras personalidades políticas con aspiraciones presidenciales, como Francia Márquez, líder negra del departamento del Cauca y premio Goldman de medioambiente, o el senador Roy Barreras.
En medio de ese mar de candidatos, es posible que Colombia dé un giro hacia un gobierno progresista y que la derecha, actualmente en el poder, en cabeza del presidente, Iván Duque Márquez —del partido del expresidente Uribe—, tendrá más complicaciones para permanecer y llevar las riendas de la nación. Esto sería un cambio histórico.
"Petro es el candidato fuerte de su sector y esa es la ventaja que tiene ahora. El desgaste del Gobierno lo favorece porque él ha sido su opositor por excelencia y es una de las razones por las que es fuerte en las encuestas", comenta Basset a Sputnik.
Sin embargo, deja claro que Petro es un candidato que genera resistencias: "Tiene una imagen desfavorable fuerte y esa es una limitante. En segunda vuelta [a la que acceden los dos candidatos con mayor votación si ninguno obtiene más del 50% de los votos], podría replicarse lo que sucedió en 2018, cuando muchos votaron en su contra por animadversión a él", agrega el docente.
¿Quién es Gustavo Petro?
Petro, de 61 años, es un jugador político que ha logrado encaminar los intereses de los sectores alternativos en Colombia. Fue militante del Movimiento 19 de abril (M-19), una guerrilla preponderantemente urbana, surgida en 1970 y desmovilizada en marzo de 1990.
Desde ese entonces, empezó a labrar el camino que lo tiene hoy como uno de los favoritos. Fue concejal, en 1984, del municipio de Zipaquirá —a unos 43 kilómetros al norte de Bogotá—; luego, ya como cofundador del movimiento Alianza Democrática M-19, llegó a ser representante a la Cámara por el departamento de Cundinamarca, en las elecciones de 1994.
Volvió a aspirar al Congreso en 1998 y ocupó un escaño como representante por Bogotá. En 2002, repitió curul en esa misma corporación tras lograr una de las más altas votaciones. Allí permaneció hasta 2006, cuando hizo su salto hacia el Senado, siendo, con sus denuncias, uno de los protagonistas del
escándalo de la parapolítica, conocida como la relación de agentes del Estado, políticos e instituciones con organizaciones paramilitares.
Su carrera continuó con una aspiración a la Presidencia de Colombia en 2010. Después como alcalde de Bogotá (2011-2015), cargo del que fue destituido en 2013 por el entonces procurador general Alejandro Ordóñez.
Esa decisión polémica fue demandada y llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que, en 2020, condenó al Estado colombiano por violar los derechos políticos de Petro.
No obstante, esa votación se convirtió en la más alta recibida por un candidato de sectores alternativos y de izquierdas en la historia de Colombia, lo que consolidó desde entonces y durante los cuatro años siguientes que aún se cuentan, una oposición en el Congreso que ha incomodado varias veces al Gobierno nacional.
Un pacto muy amplio para 2022
Como el senador más fuerte de oposición, Petro volverá a participar en las presidenciales, pero esta vez con un cambio de estrategia que se hizo palpable desde que se anunció en 2020 la conformación del denominado Pacto Histórico, una especie de alianza en la que confluyen diversas vertientes políticas y con la que movimientos políticos alternativos esperan logran gran parte de las curules en Senado y Cámara.
Algunos de esos movimientos son Colombia Humana, Fuerza Ciudadana, Unión Patriótica, Soy porque somos, MAIS, Fuerza de la Paz o Liberales sin vetos.
A ese pacto, además, han llegado otros políticos que se apartaron del establecimiento y del uribismo desde hace varios años atrás y que ahora coinciden con Petro y en asuntos como, el apoyo al acuerdo de paz con las FARC firmado en 2016 o la implementación de una renta básica universal para los colombianos en medio de la pandemia.
Además, muchos de los nuevos jugadores que llegaron a dicha alianza vienen con visiones más pragmáticas de la política electoral, lo que podría jugar a favor de Petro en términos de organización.
Es así como a la alianza de Petro ha llegado, incluso, un pastor cristiano con cuestionables posiciones en temas neurálgicos en Colombia, como la despenalización del aborto. Por supuesto, esas adhesiones han generado la críticas de algunas fracciones del Pacto Histórico, especialmente las que integran mujeres.
Pero las inconformidades, si bien han sido ruidosas, no han conseguido quitarle al candidato la convicción de que para ganar la Presidencia necesita que su coalición sea lo más amplia posible, así implique entrar a negociar. Ese escenario era impensable hace cuatro años.
El Pacto Histórico tendrá dos objetivos principales: obtener en el Congreso la mayor cantidad de escaños, un factor clave para que, en caso de ganar la presidencia, se pueda tener gobernabilidad, y escoger candidato único a la presidencia en una consulta popular que se realizaría en marzo de 2022, en la que se da por descontado que ganará el exalcalde.
"Si no hay un candidato fuerte en enero, el presidente puede ser Petro"
Carlos Arias, docente de la Universidad Externado de Colombia y gerente de Estrategia y Poder, comenta que el candidato Petro representa la indignación de los colombianos, frente a un sistema que fracasó.
"Ni siquiera es Iván Duque, es la derecha como tal. Petro logró canalizar la indignación en redes sociales y se ganó una representación que los colombianos estaban reclamando en un líder político", señala Arias a Sputnik.
El analista asegura que Petro se asemeja, en términos mediáticos, a Uribe. "Ha alimentado un discurso en el que se presenta como una visión antinómica de buenos y malos, en donde los malos son los de la derecha y el bueno es él. En términos de retórica y de narrativa, hace que los electores vean a Petro como el nuevo mesías", señala Arias.
Asimismo, califica como un error que el establecimiento esté diseminado en tantos candidatos: "Hay una fragmentación, lo que hace que toque dividir la torta electoral. Una parte la tiene Petro, la otra está entre la Coalición de la Esperanza, algunos candidatos independientes y el uribismo".
Y como si no fuera suficiente el
desgaste del Gobierno Duque, para Arias, el presidente de Colombia se ha convertido en "el mejor jefe de debate de Petro", porque ha cometido todos los errores posibles y su gestión se ha visto envuelta en escándalos de corrupción. A eso le agrega que el electorado colombiano le perdió el miedo al discurso del "castrochavismo" y está más preocupado por no elegir un gobierno inexperto.
¿Cómo frenar a Petro? Según el analista, la única posibilidad es que los sectores de derecha puedan acompañar a un candidato que tenga menos resistencia, como el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez o el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa. "Si no hay un candidato fuerte en enero, el presidente puede ser Petro en primera", concluye Arias.
Por su parte, Basset concuerda con que la campaña está muy temprana para hacer un análisis claro sobre el futuro electoral y advierte que, una vez se consoliden los candidatos de la derecha y el centro, la diferencia en la intención de voto entre Petro y el resto será menor.
Un panorama diferente al de 2018
Pero hoy son otros tiempos. El país presencia el desgaste de un gobierno uribista que no logró consolidar ninguna bandera y que ha pecado de inexperto, un partido de Gobierno [Centro Democrático] afectado en su imagen con un líder envuelto en líos ante la justicia y la aparición en escena de
revueltas populares de gran envergadura, como fueron las de finales de 2019, las de septiembre de 2020 o las de abril de 2021.
En pocas palabras, varios de los factores que jugaron a favor de Duque en 2018 y lo que significaba ser
el bendecido de Uribe, que definieron la elección ese año. La utilización de las deficiencias del Acuerdo de Paz y la llegada de exguerrilleros al Congreso como argumento de ataque desde la derecha también se queda sin fuerza.
Eso ha abierto la puerta a un amplio abanico de candidaturas y podría obligar a las bases uribistas, incluso, a apoyar a otro aspirante que no sea necesariamente el de su partido para que el contrapeso a Petro pueda ser más efectivo.
Así las cosas, están dadas las condiciones para que Colombia tenga un gobierno de corte progresista y con unas dinámicas diferentes a las del establecimiento histórico. Esa es una opción que alegra a una parte de los colombianos, pero que preocupa a quienes ubican a Petro en uno de los extremos políticos y miran a Venezuela como un espejo.
Por Germán Gómez Polo para Sputnik.