El Gobierno cubano considera la marcha opositora convocada para el próximo mes de noviembre como una “provocación” que busca anhelar una intervención en la isla.
Es una “provocación” y que hay detrás intereses tanto internos como externos—de Estados Unidos— para provocar algún tipo de incidente que justifique “la anhelada intervención militar”, ha proclamado este miércoles la Cancillería cubana, luego de que la plataforma Archipiélago, promotora de una manifestación opositora el 15 de noviembre, anunciase que mantiene su convocatoria a pesar de no contar con el beneplácito de las autoridades de la isla.
En este sentido, señala que quienes buscaron “el fracaso del socialismo” con las protestas del 11 de julio “andan frustrados y apurados en sus planes”, por lo que buscan “acciones desestabilizadoras” y “provocar el incidente que desemboque en el estallido social que propicie la anhelada intervención militar”. “Nadie va a ser aplastado por tanques en las calles como han difundido los voceros de la próxima provocación”, enfatiza.
Asimismo, ha apuntado que este “golpe suave” carece de base social en Cuba y responde a intereses “debidamente instruidos, financiados y apoyados desde el exterior”, en particular desde Estados Unidos. “Bajo la falsa bandera del pacifismo, buscan provocar nuevos disturbios, generar caos e inducir la desestabilización del país”, afirma la cancillería.
Para el Ministerio de Exteriores de Cuba, los promotores de la marcha vetada tienen vínculos manifiestos con Estados Unidos y que la Administración estadounidense de Joe Biden se ha implicado “directamente” en la “promoción” de futuras movilizaciones, a pesar de que su embajada en la isla “no cumple desde hace años oficio diplomático alguno” y sus funcionarios ejercen “de niñeros de los exponentes contrarrevolucionarios y provocadores”.
Por su parte, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, ha señalado en su cuenta de Twitter que la “política de máxima presión” de EE.UU. busca “asfixiar a Cuba”, y a la “campaña de desinformación brutal”, en la que Washington estaría financiando a “aquellos que se prestan a su agenda desestabilizadora de ‘cambio de régimen’”.
El 11 de julio, Cuba fue escenario de movilizaciones contra la compleja situación económica como consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus y el recrudecimiento del bloqueo asfixiante de Washington en su contra. La Habana denuncia los llamados desde el exterior, principalmente de EE.UU., para provocar caos y desobediencia civil en Cuba, y asegura que las protestas fueron planificadas y organizadas por los medios y la prensa, auspiciados desde Washington.