Según los datos del último Informe Mundial sobre el Estado de la Economía Islámica, de antes de la pandemia, Brasil era el mayor exportador mundial de alimentos halal. En 2019, el país exportó US$ 16,2 mil millones en este tipo de producto, un 12% más que el segundo lugar, India, que negoció US$ 4,4 mil millones.
Halal es una palabra árabe que significa lícito, permisible. Más que eso, es un concepto que impregna la alimentación y el uso de productos cosméticos y farmacéuticos por parte de los musulmanes de todo el mundo.
Según la sharia, el código de la ley islámica, los musulmanes solo pueden consumir productos que encajen en esta categoría. Un ejemplo es la prohibición del consumo de carne de cerdo, alcohol etílico, sangre y animales de colmillos largos, considerado haram, es decir, no permitidos. Se puede consumir carne de res, pollo, cabra y ovino, siempre que el sacrificio se realice correctamente, en un ritual halal.
“Hoy, 1.900 millones de consumidores en el mundo son musulmanes. Y las estimaciones para 2060 son que una de cada tres personas sea musulmana. Así que hay un mercado inmenso, un potencial enorme por explorar. Además, los consumidores musulmanes son muy leales. Una vez que identifican una marca certificada, que traiga un producto de calidad, se hacen leales a ella”, explica Elaine Franco de Carvalho, coordinadora de calidad de Fambras Halal, una de las principales certificadoras halal de Brasil, según informa el portal agenciaBrasil.ebc.com.br