Hace algunos años atrás, un gran amigo iraní me ayudó a adentrarme en el conocimiento de la historia del islam y sobre todo en ciertos hechos tan simbólicos como referenciales en materia de comprensión del mundo y de la manera de enfrentar las adversidades, las injusticias y la necesidad de luchar en beneficio de los grandes ideales.
Y en ese marco, la conmemoración del día de Arbain me ha quedado grabada a fuego. Cada año suelo traer a colación el significado de la congregación religiosa anual más grande del mundo a la ciudad de iraquí de Karbalá, donde millones de musulmanes y fieles de otras religiones convergen después de caminar cientos de kilómetros y cumplir su objetivo: Llorar el martirio del Imam Husein (la paz sea con él) y de sus 72 compañeros, que cayeron mártires hace más de 14 siglos, en una batalla por la justicia, contra la tiranía y la opresión. En Arbaín se conmemoran valores universales y en ese plano, el valor de la vida, de la dignidad como seres humanos se eleva sobre cualquier ideología terrorista, sobre cualquier política hegemónica, sobre cualquier sanción y bloqueos contra los pueblos. Ashura, así como Arbaín son faros dentro de la oscuridad que algunos quieren propagar en el mundo.
Una conmemoración que adquiere aún mayor significado en un escenario regional de conflictos, donde las acciones terroristas de los movimientos takfirí han significado muerte, desolación y destrucción sobre todo en países agredidos hace largos años como es el caso de Irak (invadido desde el año 2003 por Estados Unidos y sus aliados) Siria, agredido brutalmente, desde el año 2011, por el terrorismo avalado, armado y financiado por la triada conformada por el imperialismo, el sionismo y el wahabismo. Donde debemos agregar la continuación de la política de agresión contra el pueblo yemení, desde el año 2015 a la fecha, por parte de la Monarquía de los Saud. Coronado por la política de ocupación y colonización genocida de la entidad sionista contra el pueblo palestino desde el año 1048 a la fecha. Es, por tanto, en ese marco se desarrolla y debemos entender la multitudinaria ceremonia religiosa del Día de Arbaín.
Una fecha que marca la culminación de un período de cuarenta días de luto, tras el aniversario del martirio del tercer Imam de los Chiíes, el Imam Husein y 72 de sus compañeros martirizados en la Batalla de Karbalá, el Día de Ashura, el décimo día del mes de Muharram – que constituye el primer mes del calendario islámico - en la batalla contra el segundo califa de la Dinastía de los Omeya, Yazid, en el desierto de Karbalá, ubicado en la actual Irak hace ya 1400 años y de cuya historia siempre es necesario hacer un recuerdo. En un artículo publicado en las páginas de islamoriente seis años atrás, en virtud de Arbaín, sustenté la idea de la importancia del recuerdo histórico como ejemplo del valor del sacrificio para construir un futuro. Por ello recordar – volver a pasar por el corazón que es la raíz etimológica de este verbo resulta fundamental. (1)
Tras el asesinato de Ali ibn Abi Talib, yerno de profeta Muhammad (P), cuarto califa y primer Imam chií, los seguidores del asesinado Imam proclaman a su hijo Hasan como nuevo califa. El gobernador de Siria, Muawiya ibn Abu Sufian, fundador de la Dinastía de los Omeya, pacta con Hasan un tratado que evite más derramamiento de sangre manteniendo su mandato en Siria, con la promesa de devolver el mando a Hasan en el futuro. Ocho años después de esta acción Hasan es envenenado por órdenes de Muawiya, en la ciudad santa de Medina. Todo ello en el contexto de la designación del hijo de Muawiya, Yazid como sucesor, traicionando así la promesa efectuada a Hasan y violando las normas islámicas y consideradas inaceptables por la Umma (nación islámica).
El hermano del envenenado Hasan, Husein ibn Ali, nieto del profeta e hijo de Ali y Fátima -hija del Profeta- decide, bajo la proclamación de los habitantes de Kufa – denominados Shiatu Ali “los seguidores de Ali” - tomar el poder como único califa en clara oposición a Yazid quien instruyó al gobernador de la ciudad de Medina, Walid, para que forzará a Husein a aliarse con su dinastía. Husein se negó a tal pretensión exclamando: “Cualquiera parecido a mí, no aceptará a nadie parecido a Yazid como gobernante”.
Husein, acompañado de 72 fieles, junto a sus respectivas familias dan comienzo a su marcha hacia la ciudad de Kufa, para asumir el califato y encabezar así la oposición al segundo Califa Omeya Yazid, que representaba la imagen viva del gobernante injusto y alejado de la línea de moral islámica. A pesar de los llamados de sus seguidores a no acudir con sus familias a Kufa, Husein convencido de la justeza de sus planteamientos y conducta responde antes de partir a su destino “"... La muerte es ciertamente para la humanidad, al igual que la traza del collar en el cuello de las mujeres jóvenes. Soy un enamorado de mis ancestros como el entusiasmo de Jacob a José... Todos, quienes vayan a dar tributo de su sangre para nuestro bien y estén preparados para encontrarse con Alá, deben partir con nosotros..."
Yazid envía contra Husein, en el segundo día de Muharram, una fuerza militar conformada por 40 mil hombres destinados a impedir el paso de Husein a Kufa, quien logra llegar a la planicie de Karbalá, a pocos kilómetros de la ciudad de destino. Al día siguiente, el Ejército de Yazid cerca el campamento de Husein aislándolo de todo suministro de agua, tratando de rendirlos por la sed en días de un sol abrasador. Tras varios días de negociaciones, con los seguidores de Ali padeciendo la crueldad de una sed extrema, entre el 9 y el 10 día de Muharram se desencadena la batalla final.
En la noche anterior a la batalla, Husein reunió a sus hombres para recordarles, que como hombres libres, eran también libres de abandonar el campamento, protegidos por las sombras de la noche o de otro modo afrontarían una muerte segura junto a él. Ninguno de los hombres de Husein lo abandonó y el Imán, montado sobre su caballo Zuljenah comandó las fuerzas de su menguado pero valeroso ejército en una lucha desigual. Husein y 72 de sus seguidores murieron con él en Karbalá, en un sacrificio que lo signa como el mártir por excelencia del mundo chií.
Es por ello, que cuarenta días después de Ashura, cuarenta días después del martirio del Tercer Imam de los Chiíes, millones de creyentes, venidos de todos los confines del planeta encamina sus pasos hacia la ciudad santa de Karbalá en Irak en una peregrinación que sitúa a Arbaín como una de las reuniones anuales más importantes y masivas del mundo en un solo lugar. Simbolizando en este viaje y las conmemoraciones en la ciudad la postura y conducta inquebrantable de situar la verdad sobre la mentira y la lucha de la humanidad contra todo aquello que signifique injusticia, tiranía y opresión. Arbaín es un día de dolor, un día de duelo, pero también de reflexión. Es un día de conmemoración de ideales de la humanidad representados por el Imam Husein: libertad, igualdad, lucha contra el despotismo, la constante lucha contra la opresión y la falsedad.
Arbaín, en el marco de la actual situación que vive el mundo, bajo los efectos de la pandemia por el COVID-19 ha restringido esa masividad que año a año caracteriza esta conmemoración. Las autoridades de Irak sólo han permitido, que sólo unos cuantos miles de fieles no iraquíes ingresen al territorio para realizar esta peregrinación, donde los peregrinos, vestidos de negro, en luto por el martirio del Imam Husein, caminan por las calles de Karbalá y colman su santuario. Peregrinos que ondeando banderas negras, rojas, verdes con imágenes del Imam, coreando eslóganes donde se expresa el dolor, el duelo, pero también la reflexión después de 1.400 años.
Tal vez este año 2021 no sea una conmemoración numerosa, pero el simbolismo que representa es una realidad indesmentible y no hay duda que el próximo año Karbalá volverá a ser ese rio colectivo de millones de seres humanos, que a pesar de las guerras, la agresión y el terrorismo propiciados por aquellos que son enemigos del islam es capaz de elevar sus plegarias ante el ejemplo de fortaleza, lucha contra la opresión, la justeza y la verdad que el martirio del Imam Husein representa. Unido a un ejercicio espiritual que distingue a los chiitas pero del cual no se restan otras creencias, que son invitadas a conmemorar esos valores universales representados en Arbaín.
Arbaín convoca, igualmente, con su ejemplo, sobre todo, a los jóvenes del mundo a sumarse a un mundo mejor, donde ellos tienen una función y un deber fundamental. Como ha sido expresado en aquellas cartas dirigidas a los jóvenes por parte del Líder de Irán, el ayaolá Seyed Ali Jamenei, hace un lustro ya (2) con un llamado donde se llama a estudiar el Islam, que los jóvenes se informen más allá de lo que los medios de los países donde viven transmiten, informarse “de primera mano” y evitar la propaganda claramente islamofobia. Así, el objetivo principal de la carta es darle a conocer a los jóvenes de occidente la verdadera cara del islam alejada de estereotipos de ignorancia e islamofobia.
En esta juventud se confía como motor de cambio y transformación, una confianza que da una luz de esperanza también respecto a la posibilidad de transitar hacia caminos de paz en nuestro planeta. Los jóvenes aún tienen la mente abierta a diferencia de los líderes occidentales que distorsionan intencionalmente la verdad y en ese plano la invitación es que conozcan el islam sin prejuicios y no dejarse confundir por aquellos que bajo el nombre del islam lo distorsionan y sirven a intereses miserables en el marco del wahabismo, el sionismo y los intereses hegemónicos de unos cuantos países. Arbaín, en ese plano, es una guía para la acción.
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1. https://articulo.islamoriente.com/article/arbain-dolor-duelo-y-reflexion
2. https://spanish.khamenei.ir/news/3342