“El discurso pacifista de Biden ante la ONU se basa en la guerra”

“El discurso pacifista de Biden ante la ONU se basa en la guerra”

Este martes 21 de septiembre, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, pronunció su discurso en la 76ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presentación que resalta porque, además de ser la primera del presidente demócrata, estuvo signada por falsedades y contradicciones.

Annur TV
Monday 27 de Sep.

¿Por qué fue tan llamativo el primer discurso de Biden? Para responder esta interrogante basta dar un vistazo a los principales medios de comunicación alineados con Occidente.

«‘No estamos buscando una Nueva Guerra Fría’: Joe Biden anuncia en la ONU el inicio de la era de la diplomacia» y «Biden asegura que busca unificar a la comunidad internacional en su discurso ante la ONU» fueron algunos de los títulos que coparon la prensa global.

Desde el año pasado, exactamente cuando empezó la campaña presidencial, se ha buscado la manera de proyectar a Biden como un salvador, pero sobre todo se ha intentado contrastar su figura «renovada» con la de Donald Trump, sobre quien supuestamente recaía una imagen guerrerista.

Vale resaltar que, bien sea demócratas o republicanos, la imagen de Estados Unidos como imperio se sostiene precisamente por la guerra. Por tanto, afirmar que se busca imponer otra lógica distinta a esa es una falacia porque estaría negando el principio que lo sostiene.

 CLAVES DEL DISCURSO DE BIDEN

La pandemia. El actual presidente de Estados Unidos inició su discurso refiriéndose a la pandemia global por covid y la necesidad de crear un frente común para detener su avance. Claramente esto marca una distancia respecto a su antecesor. También es una manera de asumir un liderazgo, con su país a la cabeza, de una lucha simbólica contra un mal. Una proyección bastante cinematográfica del imperialismo.
Cambio climático. Biden se refirió a las catástrofes globales como efectos del cambio climático y nuevamente llamó a la unión de todos para frenarlo. Otro elemento por el que Trump fue cuestionado.
Derechos humanos. El presidente estadounidense dijo que el mundo se encontraba en un momento de inflexión en la historia. «Vamos a luchar por un futuro común o vamos a poner el peligro a las futuras generaciones», dijo para referirse a los principios que motivaron a la creación de la ONU. Resulta irónico que llame a la defensa de los derechos humanos dada su actuación en distintos frentes de guerra, sobre todo en los últimos años.
«Un mundo más pacífico para todos». Biden refirió que acabaron con 20 años de conflicto en Afganistán al tiempo que «inicia una nueva era de diplomacia». La verdad es que la retirada estrepitosa del país de Asia Central corresponde más a una derrota inocultable antes que una decisión pensada.
Irónicamente, dijo que «atajaremos los intentos de los fuertes de dominar a los pobres o a los más pequeños (…) No queremos una Nueva Guerra Fría o una nueva división en el mundo. Estados Unidos está dispuesto a trabajar con cualquier país para buscar soluciones pacíficas». Esto, sin duda alguna, contradice la lógica imperial mostrada hasta ahora.

LA REALIDAD

Quien siga medianamente la política exterior estadounidense está consciente de que el discurso de Joe Biden no se corresponde con la realidad y apunta más a un cambio cosmético, narrativo, para intentar reflotar un liderazgo perdido tras el ascensos de otros actores en la escena geopolítica. ¿De verdad Estados Unidos va a cambiar su dinámica guerrerista por la diplomacia? Sus últimas actuaciones dicen lo contrario.

Hace pocos días, el ejército estadounidense llevó a cabo un ataque aéreo en Siria contra un objetivo que, según el Mando Central estadounidense, era un «alto dirigente de Al Qaeda», señala Tasnim News.

«Las fuerzas estadounidenses llevaron a cabo hoy un ataque cinético antiterrorista cerca de Idlib, Siria, contra un alto dirigente de Al Qaeda. Los primeros indicios apuntan a que golpeamos al individuo que teníamos como objetivo, y no hay indicios de víctimas civiles como resultado del ataque», dijo el lunes el portavoz del Pentágono, John Kirby, recoge el medio iraní de la agencia Sputnik.

Este bombardeo ocurre solo un día antes de que Joe Biden pronunciara su discurso pacifista.

«Tenemos que crear un futuro colectivo basado en las Naciones Unidas. Acabar con la guerra y la destrucción. Tenemos unirnos. Por primera vez en 20 años Estados Unidos no está en guerra», dijo en la ONU.

Resulta difícil creer en este cambio de postura repentino, sobre todo tomando en cuenta que el circuito de la guerra es un engranaje con numerosas piezas que no se pueden mover a la ligera.

Cuando no interviene directamente, Estados Unidos terceriza la guerra mediante el apoyo a la oposición o grupos rebeldes que le tributan a sus intereses. «En Siria durante mucho tiempo apoyó a Al Nusra y a otros supuestos rebeldes moderados durante la guerra contra el terrorismo en Siria, creyendo que derrocarían al gobierno del presidente sirio Bashar al Assad», señala Tasnim News.

También es necesario mencionar que el imperialismo estadounidense mantiene una fuerza de ocupación de 900 soldados en el este de Siria, donde ha apropiado de varios de los yacimientos petrolíferos de ese país de Medio Oriente «cuyos productos se exportan hacia el este a través de Irak por camión en lugar de hacia el oeste por las líneas de gas existentes, donde el gobierno sirio podría venderlo».

Ocupar un territorio, apropiarse de sus recursos y financiar el terrorismo contradice eso de estar dispuesto para buscar soluciones pacíficas, también lo de atajar los intentos de los fuertes de dominar a los pobres o a los más pequeños.

Queda más que demostrado que la retirada de Afganistán no fue por un cambio en la política imperial. De hecho, no había concluido la retirada cuando el presidente estadounidense dijo que la guerra contra el terrorismo aún no había terminado y que «la amenaza de Al Qaeda había hecho metástasis en otros lugares, nombrando a Siria como un teatro de operaciones que continuaría».

Asimismo, hay que señalar que la huida de territorio afgano no estuvo exento de lo el gobierno estadounidense califica como un «error» lamentable: un ataque aéreo durante los últimos días de la retirada de Estados Unidos de Afganistán mató a 10 civiles, de los cuales siete eran niños. El incidente fue mundialmente condenado luego de que se revelara que el ataque tenía como objetivo un vehículo civil y no un coche cargado de bombas conducido por militantes del Daesh que se dirigían a atacar a las fuerzas estadounidenses.

Mas de 750 bases militares en 80 países, así como portaaviones estratégicamente ubicados en todos los mares, sin intensión de retirarlas, es un indicativo de que un cambio en la política exterior de Estados Unidos no está cerca. La retirada de Afganistán, si se compara con estos datos, es un movimiento insignificante.

«En el discurso de la ONU, Biden insta al mundo a pasar del conflicto a la cooperación para poder hacer frente al COVID. Entonces, ¿por qué gastamos 738 mil millones de dólares en el ejército y 11 mil millones en el Centro de Control de Enfermedades?», se pregunta Medea Benjamin, activista de Codepink.

Y es que la distribución desigual de vacunas, así como su acaparamiento por parte de los países ricos, también es otra señal de que el discurso de Biden es más propaganda que otra cosa. Narrativa que, como ya dijimos anteriormente, apunta al ocultamiento de realidades insoslayables.

Sobre la defensa de los derechos humanos, recientemente circulan las imágenes que ponen en duda su lucha por la defensa de los mismos. Que efectivos de la patrulla fronteriza estadounidense persigan y azoten a migrantes haitianos que intentan cruzar al país norteamericano es una muestra de la política migratoria que no es diferente a la del anterior mandatario, que por cierto fue bastante cuestionada por los demócratas.

De acuerdo al plan de la Administración Biden –reseña el Instituto Robinson– se busca acelerar las deportaciones masivas para de esa forma desactivar las opciones de asilo.

«Durante su campaña electoral, en un intento de desmarcarse de la estrategia migratoria de Trump, Joe Biden aseguró que acabaría con la vergüenza moral y nacional que implicaba la detención masiva de migrantes y la separación de familias. Pero las imágenes de la Patrulla Fronteriza han mostrado la instrumentalización electoral de esta narrativa, y la mano dura con la que todas las administraciones estadounidenses han abordado el tema», reseña el instituto.

El discurso pacifista de Joe Biden no es sostenible en el tiempo, y los hechos así lo demuestran. Los crímenes cometidos por el imperialismo dejan una imagen imposible de revertir, sobre todo si no hay una intención real de imponer otra lógica distinta a la mostrada hasta el momento.

Fuente: RT


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