En Alemania la tolerancia religiosa sigue siendo una deuda pendiente. Si bien en el Aeropuerto de Frankfurt, uno de los más transitados del mundo, hay habilitada una sala para hacer los rezos islámicos, en el mercado laboral se vive una realidad diferente.
Desde un asistente de fiscal alemán que se negó a aceptar a una empleada porque llevaba velo. Hasta una empresa de recepción de llamadas donde el empleador les solicita a las telefonistas que, si tienen apellidos turcos o árabes, los modifiquen por otros alemanes. “De lo contrario”, explicó el empleador, “eso puede asustar a nuestros clientes”. “Me privó de parte de mi identidad”, reconoció Hilal Akdeniz, de familia turca, quien tuvo que modificar su apellido a pedido de su jefe a pesar de que nació y se crió en Alemania.
En el tema de tolerancia religiosa, a Alemania le queda aún un largo camino por recorrer.