Por Hedelberto López Blanch para Rebelión.
En los últimos tiempos se ha incrementado contra Cuba una enorme campaña de descrédito, financiada con fondos federales de Estados Unidos, del gobierno de la Florida e impulsada por la derecha cubanoamericana asentada en Miami.
De forma desmesurada se utilizó, como denunció el canciller cubano Bruno Rodríguez, “una plataforma tóxica para con mentiras y tergiversaciones incitar desórdenes y violencia que justificaran una intervención” yanqui en la Isla.
De esa forma se conformó una feroz guerra híbrida que engloba todo tipo de actuaciones coordinadas para influir en la toma de decisiones de los Estados, haciendo uso de medios políticos, económicos, militares, civiles e informáticos.
Y nada más lógico que en Miami, lugar corrupto como se convirtió desde hace varias décadas el sur de la Florida, los medios de comunicación masiva estén a disposición de esa práctica. Esto, con todas sus variantes, ocurre en esa ciudad.
Vayamos por parte. Tras las elecciones para alcalde y comisionados del Condado Miami Dade, en agosto del 2000, afloraron numerosas anomalías en los órganos de prensa. Una de las principales fue que el voto hispano estuvo compulsado por varios conductores de programas a favor del candidato Alex Penelas.
La corrupción llegó a los medios de comunicación en español y varios de sus comentaristas radiales recibieron fuertes sumas de dinero de los candidatos políticos.
El diario El Nuevo Herald reconoció en un artículo denominado “Se calienta batalla legal en la Florida”, publicado el 13 de noviembre del 2000, que “los hispanos, en su mayoría cubanos, controlan el 66 % de los medios de comunicación en español, lo que les concede un gran poder en cuanto a la movilización de las masas de votantes, sobre todo de aquellos que están en la tercera edad y son fácilmente manipulables”.
Según el quincenario Qué pasa… Miami, del 15 de septiembre de 2000, “la principal emisora que estuvo bajo la mirilla fue Radio Mambí (La Grande) 710 AM, cuyos comentaristas recibieron una parte del dinero “oficialmente” por medio de sus agencias de publicidad por concepto de asesorías o avisos en los espacios que conducían.”
En Radio Mambí laboraba la conductora a sueldo Martha Flores, (fallecida) en un escuchado espacio nocturno que incluía llamadas telefónicas con amplia audiencia entre los emigrados cubanos de mayor edad.
Durante las temporadas de campaña, su firma de publicidad MarFlo Advertising, recibió cheques de candidatos a quienes posteriormente, utilizando “espacios políticos no pagados” en la emisora, los llevaba al programa. En no pocas ocasiones, denunciaba la publicación, los defendía como ocurrió durante la campaña de Humberto Hernández de quien recibió oficialmente 22 476 dólares. Lo mismo ocurrió con Jimmy Morales, quien le entregó 10 200 dólares y de Natasha Seijas Millán, que le otorgó 6 700 dólares. La lista es mayor, pero con esos ejemplos bastan.
Otro papel lo juegan firmas como las presididas en aquel año 2000 por Armando Gutiérrez y por la de Pedro Milián, ambos vinculados estrechamente con la campaña para alcalde de Penelas.
Pedro Milián, por esos años era conocido por algunos de estos conductores de programas como El pagador de promesas, porque sus sobres con dinero contribuían a mantener la economía subterránea de muchos “comentaristas”, explicaba Qué Pasa… Miami en el artículo Micrófonos al mejor postor.
El director de la WAQI (Radio Mambí), Armando Pérez Roura, (fallecido) era otro de los principales pilares de esas carreras políticas. Esa Radio siempre ha tenido dos vertientes fundamentales: tratar de mantener vivo el accionar contra el gobierno cubano entre las personas de la tercera edad, y en segundo, la venta de espacios destinados a programas de salud, animados por médicos y vendedores de pastillas, dirigidos a los recipientes de Medicare.
Antes de las campañas electorales, las programaciones hacen un giro de 180 grados y comienzan a realizar fuertes ataques, que forman parte de las campañas presidenciales republicanas, en contra del partido Demócrata.
De esto fui testigo presencial durante la investigación que realicé en Estados Unidos por varios años para escribir el libro Miami Dinero Sucio (su reedición aparecerá próximamente).
Desde principios de septiembre del 2000, Pérez Roura exhortaba a la población de Miami Dade para que votara por el candidato George W. Bush. Su histeria en el tratamiento de las elecciones llegaba al clímax cuando expresaba, a finales de la campaña, y antes del 7 de noviembre de ese año, que el candidato demócrata, Albert Gore, era comunista e iba a hacer relaciones con Cuba. Semejante disparate era aceptado, desgraciadamente, por muchos ingenuos que aún viven parados en el año 1960.
Pérez Roura, Agustín Tamargo y Martha Flores ganaban una fortuna pagada por la gerencia de WAQI, controlada por la Heftel Broadcasting Co., y además, recibían “beneficios” de personas a las que les hacían propaganda política.
En otras estaciones como la WWFE La poderosa, sus locutores no recibían sueldos fijos y dependían de las comisiones por el pago de anuncios, y siempre ofreciendo noticias y comentarios falsos contra Cuba.
Esta práctica aun persiste en todos los medios de comunicación de Miami y provoca una inmensa campaña a favor y en contra de cualquier candidato, pues los conductores se venden al mejor postor.
El dinero y la corrupción viajaron al Condado Miami-Dade desde la República mediatizada cubana de antes del año 1959, allí tomó fuerza y vigor, y se han convertido en la razón de ser de los programas y artículos en español.
Una práctica inviolable es que para un cubano procedente de la Isla, que intente laborar en prensa escrita, radio o televisoras hispanas de Miami, como premisa tiene que renunciar a cualquier ética profesional, divulgar noticias falsas y hablar mal de la Revolución cubana.
Uno de los hechos más deleznables ocurrió durante las arbitrarias detenciones decretadas en Estados Unidos contra los cinco héroes cubanos: Fernando, Ramón, Antonio, René y Gerardo, quienes estuvieron encarcelados desde 1998 a 2017.
La Broadcasting Board of Governors (BBG), entidad del gobierno federal responsable de todas las trasmisiones de Estados Unidos, pagó a un número de periodistas en Miami, antes y durante el juicio celebrado a ellos en esa ciudad entre noviembre de 2000 a junio de 2001.
Solo en ese lapso de tiempo, la BBG y la Oficina de Trasmisiones a Cuba (Office of Cuba Broadcasting) que dirige las señales de Radio Martí y TV Marti, con el objetivo de subvertir el orden constitucional en Cuba, pagó a los periodistas Pablo Alfonso (trabajaba para El Nuevo Herald) 58,600 dólares; a Wilfredo Cancio Isla (El Nuevo Herald) 4,725 dólares; a Enrique Encinosa (Radio Mambí) 5,200 dólares; a Ariel Remos (Diario Las Américas) 4,725 dólares.
Además, entre 1999 y 2007 la BBG entregó a Pablo Alfonso 252,325 dólares; a Wilfredo Cancio Isla 21,800 dólares; a Ariel Remos 24,350 dólares; a Enrique Encinosa 10,410 dólares.
Desde el inicio del proceso judicial contra los Cinco hasta que fueron considerados culpables por el jurado (del 27 de noviembre de 2000 hasta el 8 de junio de 2001) los diarios El Nuevo Herald y The Miami Herald publicaron 1,111 artículos, un promedio de más de cinco por día, lo cual puede dar una idea de la sobresaturación mediática a que estuvo sometida Miami en temas relacionados con los Cinco.
A esa virulenta campaña se sumaron todas las radios y televisoras hispanas, además de miles de despachos de las agencias AP, France Press, BBC, Efe y Reuters.
Ya es una práctica habitual que Cuba este sometida a constantes campañas de desinformación procedentes de Estados Unidos y de medios hegemónicos occidentales con el comprobado propósito de destruir a la Revolución Cubana que ha significado para Washington una enorme espina atravesada en su garganta la cual no se ha podido quitar pese a todos los esfuerzos por lograrlo.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
Por Hedelberto López Blanch para Rebelión.