La casa no era de Lula, sino de un amigo, pero en un principio la justicia entendió que como el expresidente frecuentaba mucho ese lugar él era el verdadero propietario.
El caso fue anulado por el Tribunal Supremo Federal porque fue instruido por la justicia de Curitiba (que lideraba el entonces juez Sérgio Moro), que en realidad no tenía competencias para tratar del caso, puesto que debía centrarse únicamente en los desvíos relacionados con Petrobras.
A pesar de que el Supremo dio el tema por zanjado, el procurador de la República, Frederico Paiva, pidió abrir una nueva acción penal ante la justicia de Brasilia, pero los abogados de Lula recurrieron y esta les dio la razón.
"La defensa probó que no hay condiciones técnicas para reabrir un proceso contra Lula por reformas en una finca que jamás perteneció a Lula", subrayaron.
Favorito en las encuestas
Las buenas noticias se acumulan para el líder progresista. De cara a las elecciones del año que viene, parte como claro favorito, aunque por prudencia política aún no confirmó su candidatura.
Desde el pasado mes de marzo, cuando volvió a primera línea tras recuperar sus derechos políticos, la ventaja sobre el actual mandatario jair Bolsonaro en las encuestas no ha hecho más que ampliarse.
La encuesta más reciente, de la consultora XP, divulgada la semana pasada, apunta que Lula vencería al actual presidente con 51 por ciento de los votos contra 32 por ciento. Diversos analistas ya empiezan a apuntar que si Bolsonaro sigue perdiendo popularidad al ritmo actual es probable que ni siquiera esté en el balotaje.
Ajeno a las cábalas políticas, Lula sigue con su trabajo de hormiguita preparando los comicios del año que viene, sin hacer ruido, con discreción y mucha mano izquierda. Desde la semana pasada está viajando por los estados del noreste del país (su histórico granero de votos) para ir tejiendo alianzas políticas.