Por Vivian Palmbaum para Marcha.
El informe fue elaborado por el Comité de Salud Ambiental, de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) compuesto por un conjunto de médicos, médicas e investigadores que vienen trabajando hace muchos años con las consecuencias del modelo de producción intensiva de la agricultura. Allí se revela lo que ya es ampliamente conocido: la asociación del ambiente con la salud infantil, tal como se viene denunciando y corroborando. En el documento se sintetizan los conocimientos actualizados y científicamente documentados y reconoce el envenenamiento que afecta a las vidas más pequeñas.
Desde distintas zonas rurales y aledañas se vienen denunciando la recurrencia de enfermedades que lejos están de ser naturales y que se han ido incrementando a la par que el modelo agrícola de producción industrial se fue consolidando y ampliando en nuestro país. Desde 1996, año en que se le dio vía de entrada a la producción de soja transgéncia con la habilitación de Monsanto en nuestro país, se instaló un modo de producir en la agricultura ligado al uso de distintas sustancias químicas asociadas a la semilla genéticamente modificada.
Entre quienes iniciaron la lucha contra este sistema es necesario reconocer al Dr. Andres Carrasco, pionero en visibilizar las terribles consecuencias por lo que sufrió amenazas y persecuciones hasta su muerte. Luego las Madres de Ituzaingó, Córdoba, y madres, padres, docentes y habitantes de distintas regiones rurales que se fueron organizando para enfrentar una realidad siniestra que se metía en las casas y que no tenía límites.
Todas las formas de vida son afectadas por el uso de productos químicos en la agricultura. Peces muertos, abejas en peligro de extinción y el ecosistema en peligro de desaparición, son algunas de sus consecuencias junto a las derivas que se propagan a ríos, lluvias y hasta las ciudades entre sus innumerables consecuencias.
El informe de la SAP da cuenta que “no existe todavía ninguna Ley Nacional que regule el uso de estos productos en todo el territorio nacional. De este modo, salvo las localidades donde se han dado intensas luchas por parte de los vecinos afectados y se han logrado algunas ordenanzas municipales restrictivas, casi no existen restricciones al uso de estos productos”.
Desde Marcha entrevistamos al doctor Medardo Avila Vazquez, pediatra, neonatólogo y epidemiólogo, infatigable para visibilizar los efectos de agrotóxicos en niñas y niños. Acompañó a las Madres de Ituzaingó y es uno de los fundadores de la Red Universitaria de Ambiente y Salud – Médicos de Pueblos Fumigados , entre otras tantas actividades en las que participa militando a favor de la vida.
Medardo Avila comenzó la entrevista valorando la importancia del documento “porque recopila toda la información que se ha ido generando en los últimos diez años sobre esta situación”. Reveló que “hay pocos países donde la exposición de las personas y de las y los niños es tan intensa como la que se da en los ambientes de las zonas agrícolas, en los pueblos de las zonas agrícolas, donde la contaminación del aire, del suelo y del agua va creciendo porque las aplicaciones de agrotóxicos se incrementan año a año y aumentan las dosis de aplicación”.
Además, comentó que “es muy importante que la Sociedad Argentina de Pediatría, que es nuestra organización científica de los pediatras argentinos, haya hecho este informe donde se llama a las cosas por su verdadero nombre, ´las sustancias químicas que se usan en el campo son tóxicas para los humanos´”.
¿Cuáles son los efectos en la salud de los niños y niñas?
El trabajo científico y epidemiológico demuestra que en los pueblos agrícolas entre el 40% y el 50% de los niños y niñas tienen síntomas de asma, sobre todo en los meses de aplicación de agrotóxicos (de octubre a diciembre). Por el contrario, ciudades grandes como Rosario, Córdoba, Mar del Plata o Buenos Aire, solamente el 12% de los niños sufre cuadros asmáticos y necesita usar broncodilatadores en aerosol. También está multiplicada la cantidad de niños que nacen con malformaciones, dos o tres veces más frecuente que lo habitual que tienen las poblaciones humanas. Esto se da en los contextos de madres o embarazadas que viven en ambientes donde se respira agrotóxicos y estos actúan sobre las estructuras genéticas de los embriones y de los fetos produciendo malformaciones graves.
Pero los efectos tóxicos son más amplios aún, tal como lo explicó el doctor Vazquez, “en los niños y niñas los agrotóxicos y el glifosato en particular, se ha demostrado que tienen un efecto de inhibición la multiplicación de las ramificaciones de las neuronas. Las neuronas son nuestras células neuronales que tienen que estar interconectadas, la interconexión entre las neuronas es la que nos da nuestras capacidades intelectuales sensitivas, emocionales a nuestro cerebro. Esto se ve muy disminuido en contextos donde hay una carga de glifosato muy grande, donde las neuronas no se ramifican o se ramifican mínimamente comparándolas con las neuronas normales. Esto se ha demostrado en grupos de estudio de la doctora Rosso, en Rosario, y publicado en las revistas Neurotoxicology de EE.UU., donde se demostró el daño de los neurotóxicos en las neuronas. El año pasado se publicaron extensos estudios epidemiológicos en EE.UU. donde se demostraba que las madres que vivían en las zonas cercanas a las aplicaciones de agrotoxicos tenían más del doble de riesgo de que sus niños tengan problemas de desarrollo intelectual, que tengan problemas del tipo autismo, que tengan problemas para aprender en escuela, que tengan problemas para hablar correctamente y eso es muy grave”.
Además destacó que “también los canceres están aumentados, principalmente en los adultos más que en los niños”.
Recordemos que docentes de los pueblos fumigados formaron una red para denunciar y visibilizar los efectos de las fumigaciones sobre las escuelas rurales. Desde el gobierno del ex presidente Macri fueron avaladas estas prácticas y condenado a quienes se oponían y hasta se instó a mal llamar productos fitosanitarios a los venenos y se responsabilizó por el mal uso a quienes perdían su salud en las aplicaciones.
El doctor Medardo Avila Vazquez fue enfático al expresar, “debemos avanzar en un sistema de producción que disminuya el uso de agrotóxicos y proteja a los niños y niñas de esta exposición, sobre todo en las escuelas que son fumigadas con las y los niños adentro de ellas”.
Por Vivian Palmbaum para Marcha.