Palestinos y palestinas se enfrentan a la demolición de sus hogares y a su desplazamiento forzoso en Silwan, Jerusalén. Los tribunales israelíes niegan la documentación presentada por refugiados y refugiadas de Palestina sobre la propiedad de las tierras en las que construyeron sus casas
En la ciudad de Silwan, al sur de la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, viven alrededor de 59.000 jerosolimitanos y jerosolimitanas, 8.000 de los cuales se enfrentan a peligros inminentes: la demolición de sus hogares, su expulsión y evacuación en beneficio de asentamientos israelíes y de la construcción de un parque recreativo. Hasta el momento hay cerca de 7.000 órdenes de demolición.
Las familias palestinas están acostumbradas a enfrentar la amargura del desplazamiento forzado. Algunas de las que corren el riesgo de perder sus hogares por demoliciones israelíes son refugiados y refugiadas de Palestina que ya vieron desaparecer sus tierras y propiedades durante la Nakba del año 1948 y la Naksa de 1967.
Khalil al-Basbous, de 63 años, es refugiado del pueblo abandonado de al-Dawayma. Él y su familia sobrevivieron a la guerra Árabe-Israelí de 1948, cuando las autoridades israelíes ocuparon la aldea. Como resultado, los residentes huyeron y se convirtieron en refugiados y refugiadas de Palestina. Ahora, en el año 2021, las autoridades israelíes vuelven a amenazar a la familia al-Basbous con su expulsión y la demolición de su casa, con el pretexto de no ser propietarios de la misma.
"En 1963 mi padre compró un terreno en Silwan, una tierra agrícola sin edificios residenciales. La compra fue legal en presencia de un notario y todos los documentos prueban nuestra propiedad de la tierra en la que se construyó la casa, algo que ocurrió durante el período del gobierno de Jordania en Jerusalén”. La familia Basbous no tuvo ningún problema hasta 2013 cuando las autoridades israelíes les sorprendieron con una demanda. En ella se especificaba que residían en un área cuya propiedad pertenece a la asociación Settler Ateret Cohanim, una entidad de colonos israelíes. “Son acusaciones falsas. Silwan era tierra agrícola cuando mi padre la compró y no había propiedades pertenecientes a judíos ausentes”.
A pesar de la existencia de documentación que acredita la propiedad del terreno y de la casa, los tribunales israelíes lo niegan. “Cada vez que presento los papeles no los admiten. Creen lo que quieren y mienten sobre lo que quieren. Tan pronto dicen que la extensión del terreno es de cuatro acres, como de tres. No conocen ni los límites exactos de la tierra que afirman poseer".
Durante estos años, Basbous ha pagado más de 150.000 shekels (unos 46.000 dólares) por infracciones achacadas al uso de la vivienda. También ha sufrido presiones y amenazas de demolición. Todo esto representa la estrategia con la que pretenden obligarles a abandonar su hogar. Los colonos israelíes han tratado en numerosas ocasiones de comprar el terreno ofreciéndole enormes sumas de dinero, pero él se niega categóricamente. “Esta es la casa que contiene mis recuerdos y los de mi familia, no la vendo ni por todo el dinero del mundo”.
Cada vez que los hijos de Khalil le preguntan a dónde irán en caso de ser expulsados de sus casas, el padre de familia les interrumpe para que no terminen la frase: “No me puedo imaginar demoliendo mi casa o siendo expulsado de ella, y no quiero que llegue ese día”.
Pero Khalil no es el único refugiado que enfrenta la amenaza de demolición y desplazamiento forzoso. En el barrio de Al-Bustan, también situado en Silwan, vive Nidal Al-Rajbi y su familia, quienes recurrieron a vivir en esta zona tras ser desplazados de su barrio Al-Sharaf, en la ciudad de Jerusalén.
Nidal Al-Rajbi compró un terreno en los años sesenta donde quería construir un apartamento para él y sus hijos. Actualmente las autoridades israelíes han decidido demoler el barrio para construir un parque nacional. Desde entonces los y las residentes se encuentran bajo amenaza. Si no destruyen sus casas con sus propias manos, las autoridades israelíes se encargarán de hacerlo y les obligarán a pagar fuertes multas. La posición de la gente del barrio ha sido clara al respecto y se han negado rotundamente.
A finales de junio de este año, el horror comenzó para Nidal. Fue arrestado al oponerse y negarse a demoler su propia casa y negocio, una tienda de carne. “La tienda daba trabajo a 15 personas. Han destruido nuestro empleo y las vidas de 15 personas que dependían de este negocio. Y no solo eso, hemos recibido 4 nuevos informes de amenaza de demolición de otros hogares. Un informe era para mí y el resto para mi padre y mis hermanos”.
Las autoridades israelíes practican las violaciones más atroces en contra de la población de Palestina, en este caso en favor de construcciones que se llevarán a cabo sobre los escombros de los hogares palestinos. “¡Miles de familias serán expulsadas de sus casas y arrojadas a la calle por un parque recreativo! Nos enfrentamos a palizas, represión y arrestos a diario”.
Sin embargo, la postura de Nidal y su familia es firme: “Si demuelen nuestras casas, no abandonaremos Silwan. Y si nos echan, nos sentaremos en las calles del pueblo y dormiremos sobre los escombros de nuestras casas. Y aunque paguen miles de millones de dólares para que nos rindamos, nos mantendremos firmes, porque esta es la tierra de mi padre y de mi país, en el que crecí con su amor”.
Fuente: www.eldiario.es