Donar sangre como donante para salvar la vida de un ser humano es una responsabilidad colectiva (fard al-kifaya), ya que la sangre es un tejido vivo que es vital para las personas. Es imposible reproducirlo industrialmente; la única fuente de sangre es otra persona.
Cabe señalar aquí que es un acto piadoso donar sangre a de otras personas, sin importar la religión, porque todas las personas son criaturas de Dios.
Se permite, pues, donar sangre y el donante recibirá una recompensa de Dios por ello.
Pero cabe señalar que la venta de sangre está prohibida, ya que se refiere a una sustancia impura (nayas).
Se permite la donación y existe derecho a usar sangre a quienes necesiten una transfusión, incluso si el donante recibe dinero por ello en forma de compensación. La responsabilidad aquí es del donante por recibir el dinero, pero no del que recibe la sangre.