Un fallo acaba de obligar a pagar 5.5 millones de dólares a la histórica empresa norteamericana JBS Swift por un caso de discriminación y abuso sistemático hacia empleados musulmanes iniciado en el 2010.
La justicia señaló que la fábrica de procesamiento de carne –la tercera más grande del mundo- fue responsable de maltrato de sus empleados por su condición religiosa y debe saldar económicamente el daño.
“Nuestra empresa prohíbe todas las formas de discriminación y acoso”, explicó el portavoz de la empresa. “Y apuesta a la diversidad y la convivencia en el ambiente de trabajo”.
Al parecer, los hechos registraron otra realidad más compleja, puertas adentro de la compañía. “Este caso nos recuerda que la discriminación y el abuso sigue siendo una práctica sistemática”, advirtió Charlotte Burrows, presidenta del Comité de Igualdad de Oportunidades en el Empleo.
“Es un problema grave y como sociedad, debemos abordarlo.” Por lo pronto, la justicia sentó un precedente favorable. No más discriminaciones religiosas ni de ninguna clase. Ni dentro del trabajo. Ni afuera.