La violencia estatal en Colombia, así como la paramilitar se ha acentuado contra los manifestantes en el último mes de protestas sociales. Es expresión de la violencia contra los manifestantes después de conocerse el inicio de negociaciones con el gobierno.
Dos personas que participaban en un plantón pacífico en el norte de Cali, en el oeste de Colombia, fueron asesinadas con arma de fuego por sicarios, según informaciones preliminares, en el marco de las movilizaciones, plantones y bloqueos en contra de las políticas neoliberales del Gobierno de Iván Duque.
Una de las víctimas es integrante de la llamada «primera línea» del movimiento social en marcha en la capital del departamento de Valle del Cauca, pero la policía local achacó el tiroteo a «un enfrentamiento entre estructuras delincuenciales…».
El hecho ocurrió solo minutos después de la Alcaldía de Cali y la Unión de Resistencias firmaran un acuerdo para institucionalizar las mesas de diálogo en la ciudad, acto en el cual el alcalde Jorge Iván Ospina dijo: «estamos trabajando para construir desde el diálogo y la paz».
Las autoridades están realizando las respectivas averiguaciones para confirmar lo sucedido.
En la última semana se han producido actos similares contra manifestantes en Cali, quienes han sido atacados por individuos no identificados, en algunos casos asociados directamente al Gobierno y en otro a elementos paramilitares.
El día 28 de mayo, mientras se cumplía un mes del inicio de las protestas, en el marco del Paro Nacional contra el Gobierno del presidente Duque, 10 personas resultaron muertas en esa ciudad.
El propio presidente, Iván Duque, se trasladó entonces a la capital del Valle del Cauca, desde donde dio inicio al reforzamiento de la militarización del país con la aprobación de un decreto presidencial al respecto el cual afecta, en particular, a Cali, uno de los epicentros de las protestas.
En respuesta, miembros de organizaciones de derechos humanos y partidos políticos de la ciudad de Cali han responsabilizado al gobierno de Iván Duque de las amenazas y hostilidad que representan «estas prácticas de terror» contra sus integrantes.
A pesar de la constante censura que un grupo de personas realiza a los murales de la ciudad de Cúcuta pintados por artistas, estos recuperaron nuevamente el espacio afirmando que «Vamo’ a pintar hasta que despierten».