Hoy se cumple el aniversario de uno de los días más trágicos en la historia argentina y también de una de las maniobras más cruentas y controvertidas de la historia moderna.
El 2 de mayo de 1982 se produjo un hecho que no tenía precedentes y que no se repitió hasta hoy: un barco de guerra fue hundido por el ataque de un submarino nuclear.
En ese dramático momento, nuestro país perdió simultáneamente 323 argentinos que formaban parte de la tripulación.
El barco hundido era el ARA General Belgrano, un viejo barco que había nacido a los mares allá por 1938 y que tenía un extenso historial.
Con su nombre original, USS Phoenix, el buque integró la armada estadounidense. Estaba en Pearl Harbor durante el ataque japonés, participó luego en numerosas maniobras durante la Segunda Guerra Mundial y otras incursiones alrededor del mundo. Había recibido varios impactos, pero se mantuvo siempre a flote, hasta que Estados Unidos lo dio de baja en 1946.
El barco permaneció cinco años esperando que lo desarmaran, hasta que Argentina lo compró en 1951. Lo bautizaron como 17 de Octubre, en homenaje al nacimiento del peronismo y luego del derrocamiento de Perón se lo llamó General Belgrano, nombre que pertenecía a un crucero blindado que se había dejado de usar poco tiempo antes.
Lo más cerca que estuvo de combatir para nuestro país fue en el conflicto con Chile, que se diluyó antes de que se derramara sangre por mediación del papa Juan Pablo II.
Lo que sigue es tan conocido como doloroso. El crucero fue hundido por Gran Bretaña en plena Guerra de Malvinas, a pesar de estar fuera de la zona de exclusión.
Ese día Argentina sufrió casi la mitad de todas las bajas que padeció en el conflicto bélico. Había muchos chicos jóvenes a bordo.
Los restos del barco nunca se hallaron. La herida de su hundimiento nunca se cerró. Ni se cerrará.