Cada año surge el mismo debate con respecto a la determinación del mes de Ramadán. A menudo se presenta de manera simplista entre los defensores del cálculo astronómico y los de la observación de la primera luna creciente. En realidad, el verdadero debate no se trata de elegir la observación o el cálculo, sino de ser coherente a la hora de elegir el método atendiendo a un criterio geográfico.
La llamada metodología del “cálculo” tiene en cuenta la aparición de la primera luna creciente en cualquier parte del mundo, mientras que los partidarios de la observación apuntan a la presencia de la luna creciente localmente en el ámbito del país donde se encuentren. Dependiendo de la ubicación del país, puede haber una diferencia de un día entre ambos métodos. La verdadera pregunta es si debemos referirnos a la presencia de la primera media luna en alguna parte del mundo, independientemente de su lugar de aparición, o la de la primera media luna local, en nuestro país. Estos dos métodos pueden calcularse por adelantado u observarse. Dependiendo del mes, los dos métodos pueden converger en el mismo día o divergir en un día.
¿Por qué método aboga el Corán? Obviamente, la respuesta no está clara ya que la única posibilidad que existía en el tiempo del Profeta era observar la luna creciente, que corresponde al cálculo local. Sin embargo, esto no significa que no se pueda considerar el cálculo global. Como no hay una respuesta correcta o incorrecta, ningún organismo puede pretender elegir una para todos los musulmanes, o incluso para un país. Esta elección solo puede ser individual, analizando los diversos argumentos a favor de una u otra opción. Lo principal es elegir un método de cálculo y mantenerlo al menos durante todo el mes y así evitar, como desafortunadamente vemos con demasiada frecuencia, comenzar el mes siguiendo un método y finalizarlo según el otro.
El cálculo mundial
Esta metodología calcula la aparición de la primera media luna en cualquier parte del mundo, independientemente de su presencia en nuestro país. Con este método, cuando se decreta el inicio del ayuno, es frecuente que la luna creciente aún no esté visible en el cielo de un país europeo o de Oriente Medio (y a veces también África). Este método tiene la ventaja de fijar la misma fecha de inicio y finalización para el ayuno en todo el planeta, pero no tiene en cuenta la observación de las fases lunares en un país en concreto. Esto se desconecta de la metodología del Profeta y de las recomendaciones coránicas que enfatizan el vínculo con la naturaleza.
El cálculo u observación local
La observación de la primera luna creciente en un país corresponde al cálculo de su aparición en ese país. Este método permite aplicar la técnica seguida por el Profeta y predecir también de antemano las fechas de inicio y finalización del mes de Ramadán en dicho estado. Por otro lado, no permite la cohesión a nivel global ya que, dependiendo de la posición de los países en el mundo, no todos podrán ver la luna creciente al mismo tiempo. Habrá una diferencia de un día, según el país.
Todas las prácticas prescritas por el Corán están relacionadas con las fases lunares y solares. Seguimos un calendario lunar para determinar nuestros meses. Las oraciones y los tiempos de ayuno corresponden al ciclo solar y sus diferentes estaciones. El Islam es una religión que tiene como objetivo conectarnos permanentemente con la naturaleza invitándonos a la contemplación perpetua de ella. Nuestro cuerpo y nuestra alma están unidos a estos astros que actúan sobre nosotros a nivel biológico y espiritual. De la misma manera que los tiempos de oración se determinan en las fases solares de cada país y cada ciudad, es lógico que sea lo mismo para las fases lunares que determinan nuestros meses. Dado que nunca ha habido ninguna cuestión de alinearnos con los horarios de La Meca para realizar nuestras oraciones, ¿por qué debería ser de otra manera para determinar los meses? Siguiendo un cálculo global y la luna creciente de otros países, cambiamos este ciclo natural.
Para aquellos que deploran la diferencia entre países, cabe señalar que la luna creciente está presente al mismo tiempo en un área grande. En la gran mayoría de los casos, aparece en toda Europa y Oriente Medio al mismo tiempo, y en muchos casos en África, Europa y Oriente Medio al mismo tiempo. Por lo tanto, no hay una brecha entre los estados vecinos. Aquellos que cambian de país durante el mes de Ramadán seguirán la fase lunar que se observe en el nuevo país donde se hallen para determinar el final de su mes de ayuno, de la misma manera que adoptamos los tiempos de oración de un nuevo país cuando viajamos.
El enfoque bizonal
Este método consiste en dividir el mundo en dos bloques: América y Asia, por un lado, y Europa y África, por el otro. Cuando el cuarto creciente lunar está presente en uno de estos dos bloques, toda el área comienza a ayunar. El enfoque aquí es más “local” que el cálculo global al tiempo que permite la homogeneidad dentro de un continente. Es el defendido por el astrofísico Nidhal Guessoum.
¿Qué método utilizar?
Por razones prácticas, creemos necesario optar por una metodología que permita determinar de manera coherente las fechas del inicio y el fin del mes de Ramadán, en particular para fijar la fecha de la fiesta de la ruptura del ayuno (Eid el Fitr). Es importante especificar que cada uno de los musulmanes es libre de adoptar una metodología diferente, cada una con sus ventajas y desventajas. Por supuesto, no hay malos métodos, lo importante es ser coherente y mantener el mismo enfoque para determinar el comienzo y el fin de cada mes (y, por lo tanto, no terminar con menos o más días de ayuno de los necesarios).
Cabe añadir aquí que el método de observación local parece una mejor opción porque nos parece más acorde con el espíritu del Corán al tiempo que permite que las fechas se definan de antemano en cada país mediante el cálculo. De este modo, permite conciliar el cálculo y la observación.