Por Morteza Rezai para Maqshosh y traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo.
1 de marzo, 2021. Morteza Rezai es uno de los refugiados que malviven en condiciones extremas en Lesbos. Este es su testimonio recogido por la organización de apoyo a los refugiados Maqshosh.
“En este campo temporal de Lesbos se ha separado a los solteros de las familias. Los primeros días, en la sección de solteros no teníamos acceso a la electricidad. Traían el agua con camiones cisterna, había pocos baños y eran nauseabundos. Un tiempo después abrieron un centro médico. Pero el acceso a la electricidad sigue siendo bastante difícil. La razón por la que tuvimos que retrasar esta entrevista fue que no podía acceder a la electricidad.
Creo que ahora todos los refugiados ya han recibido asesoramiento, excepto los llegados a última hora. Los demandantes de asilo necesita tres tarjetas distintas para completar su documentación, pero la ONU todavía no ha abierto su oficina para los refugiados en el campo, por lo que no se han reimpreso muchas de las tarjetas quemadas o deterioradas en el incendio [de septiembre 2020] de Moria. Si protestamos, nos dicen que debemos esperar a que la ONU abra su oficina.
Moria era un infierno en todos los sentidos. Es verdad que yo vivía en la sección holandesa, pero debido a la saturación, la gente levantaba tiendas a ambos lados de la carretera y no era fácil acceder a los servicios o a la comida. En el campo no se respetaba la ley y el orden y a la policía griega le importaba poco.
Las familias carecen de sus necesidades básicas y se forman largas colas para el agua. Hay tanta población que un miembro de la familia puede hacer dos horas de cola para la comida mientras otro espera el mismo tiempo para el agua. Desde que se sirve el desayuno a las ocho de la mañana se forman largas colas que continúan hasta las once, y ni siquiera llega para todos.
Pero este no es nuestro mayor problema. El mayor problema es que se procesen nuestras solicitudes de asilo y poder encontrar justicia como refugiados. Cuando una persona se ve forzada a convertirse en refugiada, puede soportar la falta de agua, electricidad o comida, porque lo que desea con más fuerza es que se considere su solicitud de asilo. Pero al llegar aquí, yo mismo y otros refugiados que han corrido graves peligros para buscar asilo, nuestras esperanzas se ven frustradas y nuestros sueños son casi imposibles de realizar.
Los conflictos interraciales surgen debido a las condiciones del campo. Médicos sin Fronteras ha advertido muchas veces de que la situación en el campo es crítica porque los refugiados están sometidos a una gran presión.
El primer día que llegué al campo me preguntaron mis datos generales y me registraron. Pasados seis meses me llegó el turno de tener una entrevista sobre mi solicitud de asilo. Pero entonces cambió la política y decidieron entrevistar a los refugiados llegados al campo después de 2020. Esto suponía un retraso para las entrevistas a refugiados como yo. Finalmente, pudieron hacerme la entrevista en este campo temporal y estoy esperando la respuesta a mi solicitud de asilo, pero no está claro cuando recibiré respuesta.
La situación no cambió mucho cuando empezó la epidemia de covid-19. De tarde en tarde nos repartían algunas mascarillas desechables de mala calidad. Las que distribuyeron en Moria estaban mal hechas, pero en el campo temporal de Lesbos son algo mejores. No montaron ningún consultorio especial para tratar los casos de covid-19, pero sí designaron una sección del campo para la cuarentena de los enfermos.
El incendio en Moria fue terrible. Se extendió tan rápido que apenas tuvimos tiempo para recoger las cosas y huir. Los días posteriores dormíamos sobre el suelo. La situación era muy dura. No había instalación alguna que funcionara como letrina y la única fuente de agua era un grifo que solo estaba allí para regar. Durante aquel tiempo lo utilizábamos para fregar, lavarnos y beber. Los primeros días preparábamos la comida con el dinero que nos quedaba, pero en días posteriores las organizaciones de ayuda nos repartieron paquetes de comida.
Estábamos más alejados de los otros refugiados y cerca del campo destruido de Moria. Una madrugada, la policía llegó y nos obligó a recoger las cosas y trasladarnos al campamento temporal de la isla”.
Morteza Rezaei es un refugiado afgano. Se testimonio apareció por primera vez en Maqshosh.
Por Morteza Rezai para Maqshosh y traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo.