Se trata de las afirmaciones realizadas por un grupo de especialistas internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ―que se dirigió a mediados del pasado enero a la ciudad china de Wuhan―, durante una conferencia de prensa concedida este martes sobre los resultados de su investigación acerca del origen del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19.
El equipo ha aseverado que, según sus estudios, la transmisión directa de la letal enfermedad de murciélagos a seres humanos es “poco probable”, además de señalar que la fuga de un laboratorio es “extremadamente improbable” y la COVID-19 tiene un origen zoonótico.
De hecho, los investigadores opinan que el brote inicial probablemente fue a causa del paso del virus de una “especie hospedadora intermediaria” a los seres humanos, aunque, conforme a las declaraciones del jefe del equipo, Peter Ben Embarek, hace falta realizar más estudios e investigaciones al respecto.
En este sentido, Liang Wannian, experto de la Universidad de Tsinghua, ha informado de una presunta relación entre los coronavirus detectados en murciélagos y pangolines con el nuevo coronavirus, explicando que algunos expertos “sugieren que estos animales pueden ser portadores del nuevo coronavirus”.
No obstante, ha subrayado, actualmente esa correlación “no es suficiente” para poder llegar a la conclusión de que los virus transportados por estos dos animales se convirtieran “en los antepasados directos” de la enfermedad infecciosa.
En abril de 2020, el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, que trató repetidamente de vincular el virus con China llamándolo, incluso, el “Virus de China” o el “Virus de Wuhan”, insinuó que su Administración había iniciado una investigando para determinar si el virus emanaba del laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan.
Sin embargo, poco después, pese a las acusaciones de EE.UU. contra China, la OMS anunció que las evidencias apuntaban a que el virus tiene un origen zoonótico y “no es un virus manipulado o fabricado en un laboratorio u otro lugar”.