Los ataques en cuestión resultaron en la muerte de dos personas y heridas a otras 48, un aumento con respecto al año anterior.
Los datos también indican que a pesar de las limitaciones a la vida pública por la propagación del coronavirus, los delitos de odio como las amenazas, el rasgado del velo a las mujeres musulmanas y la desfiguración de espacios pertenecientes a la comunidad islámica con símbolos nazis se incrementan.
Ulla Jelpke, experta en seguridad interna del Partido de Izquierda alemán (Die Linke), describió los datos reportados por el periódico como "la punta del iceberg".
Según el activista político, las víctimas de ataques a menudo no denuncian por miedo o timidez. Por tanto, Jelpke pidió una lucha más eficaz contra la discriminación y el racismo.
El país ha experimentado un marcado aumento de las tendencias racistas y antiislámicas en los últimos años, alimentadas por la propaganda de algunos grupos xenófobos neonazis y el partido de oposición Alternativa para Alemania (AfD).
Alemania, con una población total de 81 millones, alberga la segunda comunidad musulmana más grande de Europa occidental después de Francia. Aproximadamente 4,7 millones de musulmanes viven en el país, de los cuales al menos 3 millones son de origen turco.