Por Yago Álvarez Barba para El Salto.
No todas las empresas pierden dinero durante la crisis y esta no puede convertirse en la oportunidad de un grupo de empresas para obtener beneficios extraordinarios. Esta situación absolutamente inusual justifica la creación de un impuesto a los resultados extraordinarios de grandes corporaciones mientras dure la pandemia. Esa es la justificación que esgrime Oxfam Intermon para proponer un impuesto extraordinario a las empresas que salen beneficiadas durante la crisis del covid-19 en su último informe, titulado ¿Quién paga la cuenta? Gravar la riqueza para enfrentar la crisis del covid-19 en América Latina y el Caribe.
Ante la caída de ingresos fiscales motivada por la crisis actual, que Oxfam calcula en un 2% del PIB mundial, se necesitan nuevas figuras tributarias que puedan hacer frente a las necesidades de financiación para reactivar la economía. Por eso, la ONG ha publicado una batería de nuevos impuestos que sería de carácter temporal, progresivo y sin efecto distorsionador sobre el crecimiento y la actividad económica.
Pfizer, Microsoft o VISA han aumentado sus márgenes de beneficio durante la pandemia hasta superar el 30%
Sectores como el farmacéutico, el de las grandes cadenas de distribución y logística, el de las telecomunicaciones o la economía digitalizada viven periodos de alto rendimiento, según explica el informe. Con los resultados del primer trimestre de este año, los márgenes del sector e-commerce, con Amazon a la cabeza, han aumentado un 22%. Las tecnológicas, con Microsoft o Facebook, lo han hecho más todavía, alcanzando un aumento del 36%. El sector donde se posan ahora mismo todos los ojos, el farmacéutico, ha incrementado sus beneficios en un 8%. Y, por encima de todos ellos, se posiciona la empresa que se ha beneficiado de que las compras se hagan online y de la repudia que existe en muchos lugares al dinero en efectivo: VISA ha aumentado su beneficio en más de un 50%.
Margen de ganancias durante la pandemia. Extraído del informe ¿Quién paga la cuenta? de Oxfam.
El impuesto propuesto por Oxfam no es nuevo. Como ya explicamos en otro artículo, el Impuesto a los Beneficios Excesivos ya se utilizó tras las dos grandes guerras mundiales por parte de Estados Unidos, Reino Unido o España. Para su funcionamiento, los gobiernos marcaban unas medias de precios y ganancias por sus ventas que consideraban normales, basados en los datos de beneficios anteriores de la mismas empresas y precios de los productos antes de la crisis. A los beneficios obtenidos por dichas empresas que superaban dicho impuesto se les aplicaba un impuesto de sociedades mayor y progresivo. Así, en 1917, el presidente estadounidense Woodrow Wilson gravó con una impuesto del 65% a todas las ganancias que superaban en un 30% dicho umbral establecido como una ganancia normal. Franklin Roosevelt lo impuso en 1936, fue tumbado durante la recesión de 1937, pero el presidente lo volvió a implantar en 1940.
Según la actual propuesta de este “impuesto a los resultados extraordinarios por efecto de la pandemia”, se gravaría con un impuesto adicional del 95% solamente al tramo de utilidades o resultados enteramente consecuencia de esta crisis. Los cálculos de Oxfam revelan que se podría recaudar 80.000 millones de dólares tan solo con los resultados extraordinarios de 25 grandes empresas.
Se podría recaudar 80.000 millones de dólares tan solo con los resultados extraordinarios de 25 grandes empresas
En concreto, el impuesto consistiría en un recargo extraordinario y de aplicación temporal al tipo nominal del Impuesto de Sociedades, aplicado sobre aquella parte de estos considerados extraordinarios como resultado de la crisis, descontando un porcentaje de la inversión en I+D. Se aplicaría a todas las empresas que hayan obtenido un resultado superior a la media de los cuatro años anteriores.
Ya que se aplicaría solo a esos resultados extraordinarios, desde Oxfam argumentan que no afectaría a las empresas que se encuentran en dificultades por culpa de esta crisis y no penalizaría la actividad empresarial ni el crecimiento. Sería temporal, solo se aplicaría mientras dure la recuperación económica y se le podría aplicar niveles progresivos al impuesto en función de los niveles de rentabilidad. Pero, pide la ONG, debería aplicarse de manera inmediata para evitar que las grandes empresas puedan manipular sus cuentas y eludir el impuesto.
IMPUESTO A LAS GRANDES FORTUNAS Y LA ECONOMÍA DIGITAL
Además, el informe también propone un impuesto extraordinario a las grandes fortunas para el caso concreto de América Latina y el Caribe, en los que solo Argentina, Colombia y Uruguay tienen algún impuesto de este tipo. En concreto, la propuesta sería aplicar un impuesto a todos los patrimonios superiores a un millón de dólares, con una exención de primera vivienda de hasta 300.000 dólares. Se gravaría con un 2% a los patrimonios netos entre ese mínimo y los 50 millones de dólares, del 3% los que se encuentren entre 50 y 100 millones y de un 3,5% a los que superen la centena. Si se aplicara en todos los países de la zona propuesta, se podría recaudar hasta 14.600 millones de dólares, según los cálculos del informe.
Un impuesto a los grandes patrimonios de América Latina y el Caribe podría recaudar hasta 14.600 millones de dólares
Que los paquetes de rescate públicos a grandes empresas tengan condiciones es otra de las medidas propuestas por Oxfam. Que no puedan contar con presencia activa en paraísos fiscales, que no se paguen bonos a altos ejecutivos ni se repartan dividendos durante tres años o que se hagan públicos sus datos de actividad financiera y fiscal para que haya un control parlamentario y social, son algunos de los condicionantes propuestos para poder acceder a las ayudas públicas que están repartiendo la gran mayoría de los Estados.
El impuesto a la economía digital, conocido también como la Tasa Google o Tasa GAFA, es otra de las propuestas fiscales que plantean. Denuncian que empresas como Netflix o Amazon han aumentado enormemente sus ingresos durante la pandemia pero sus aportaciones fiscales a los países sigue siendo ridícula comparada a otros sectores, lo que hace más evidente el enorme agujero fiscal en el que se encuentran este tipo de multinacionales tecnológicas.
Por ello, desde Oxfam proponen dos medidas. La primera sería un impuesto a las ventas digitales, adoptando un modelo de gravamen sobre ingresos de bienes y servicios prestados por vía digital dentro el territorio nacional, por empresas radicadas en otros países o sin domicilio fiscal. La segunda sería implementar los mecanismos necesarios para la recaudación automática del IVA a bienes y servicios comercializados por vía digital, por empresas radicadas en otros países o sin domicilio fiscal.
Por Yago Álvarez Barba para El Salto.