“La industria farmacéutica es la mayor fuente de corrupción del mundo”, asegura el profesor Christian Perronne, jefe del departamento de infectología del Hospital Universitario Raymond-Poincaré de Garches y codirector de un grupo de trabajo sobre vacunación de la Organización Mundial de la Salud.
Perronne acaba de publicar un libro sobre la gestión de la última pandemia que lleva el sugestivo título “¿Hay algún error que aún no hayan cometido?”. El 26 de junio la revista Le Nouvel Observateur le entrevistó (*).
No dejó títere con cabeza porque en la biomedicina casi todo es carroña. Además de arremeter contra las farmacéuticas, Perronne cuestiona también los estudios publicados por ciertas revistas especializadas.
La medicina no se puede separar de la economía política. El francés critica los precios astronómicos de unos fármacos cuya fabricación apenas cuesta dinero. Son las consecuencias de un mercado monopolístico en el que algunas grandes multinacionales hacen y deshacen.
“La industria farmacéutica se ha concentrado mucho más en los últimos años”, dice. Ahora sólo hay cuatro o cinco monopolios muy grandes que dominan el mundo. Con ellos el nivel de corrupción ha aumentado de manera fantástica. “Un relator de la ONU me dijo hace unos años que la industria farmacéutica es la mayor fuente de corrupción del mundo, por delante de la industria de la construcción”, dice en la entrevista.
Después arremete contra los científicos que forman parte del consejo formado por el gobierno francés para implementar las políticas sanitarias contra la pandemia. Les acusa de falta de independencia frente a la industria farmacéutica: “Durante años han recibido decenas de miles de euros de ella”, dice. Nadie ha verificado las declaraciones de interés de los científicos que forman parte del consejo asesor.
El infectólogo se interroga también sobre el papel de las revistas científicas, algunas de las cuales son meros intermediarios que difunden estudios pagados por los grandes laboratorios farmacéuticos.
“Algunos científicos han hecho una carrera publicando en las revistas científicas más prestigiosas, como The Lancet, con estudios que de hecho son pagados por los laboratorios. El propio editor jefe de The Lancet lo denunció en 2016, pero ahí sigue”, denuncia.
El médico defiende la cloroquina como remedio terapéutico, lo que le ha valido ataques de los colegios de médicos.
(*) https://www.facebook.com/lenouvelobservateur/posts/10164216727900037