Fue un gran "atentado terrorista" perpetrado en nombre de la democracia. La Segunda Guerra mundial había terminado pero EE.UU. necesitaba demostrar al mundo su fuerza hegemónica.
El 16 de julio de 1945 EEUU realizó la primera prueba de un arma nuclear en el desierto de Alamogordo (Nuevo México, EEUU). El 6 y 9 de agosto del mismo año lanzó las primeras bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima (al oeste de Japón) y Nagasaki (sobre la costa sudoeste de Kyushu, Japón).
Bomba de Hiroshima
Según EEUU necesitaba hacer esto para evitar la muerte de miles de soldados norteamericanos. Sin embargo, Japón a esa altura de la guerra ya estaba derrotado. El objetivo era político-militar. EEUU. se proponía, desde el inicio de la guerra, definir el reparto del mundo a su favor y consolidar su hegemonía a nivel mundial, así como Alemania se había propuesto dominar Europa. A un objetivo contrarrevolucionario le corresponden medios contrarrevolucionarios. Los dos recurrieron al terrorismo de Estado, al racismo y el genocidio para exterminar en masa a millones de personas y lograr sus objetivos.
Bomba de Nagasaki
Lo que temían los Aliados era un posible levantamiento de las masas japonesas frente al derrumbe de un régimen ya derrotado. Tal como hicieron en Francia, Italia y Grecia, pactaron con los regímenes más reaccionarios (muchos de ellos colaboracionistas de los nazis) a cambio de “preservar” los regímenes y el Estado capitalista frente a las masas, que se habían vuelto o podían volverse revolucionarias. La política de EEUU para Japón fue bombardear, invadir, mantener al emperador Hirohito e imponer un gobierno de ocupación (que llamaría a elecciones). Bajo el gral. Douglas MacArthur, la ocupación duró siete años. Entre otras medidas “democráticas”, prohibió toda referencia a las consecuencias de las bombas en los periódicos. Pese a que hubo una cierta recuperación de las masas japonesas en la posguerra, aún hoy sufren las secuelas de las bombas. Los “hibakushas” (miles de sobrevivientes de las bombas) fueron librados a su suerte durante años. Japón continuó siendo una potencia imperialista pero subordinada a los dictados de EEUU.