Los analistas sostienen que esta actividad forma parte de una estrategia más amplia para dividir Siria, crear divisiones sectarias y reconfigurar el panorama político y territorial de la región. Un elemento central de esta estrategia es el concepto del “Corredor de David”, una ruta terrestre propuesta para unir a “Israel” con los territorios controlados por los kurdos en el norte de Siria y más allá. Este ensayo examina las recientes acciones de “Israel” en el sur de Siria, las implicaciones de su estrategia y las consecuencias geopolíticas más amplias para la región.
La escalada en el sur de Siria: un impulso estratégico
Según informes, Israel ha iniciado una agresiva fase de escalada en el sur de Siria, centrada en las provincias de Sweida, Daraa y Quneitra, cada una de las cuales tiene una importancia estratégica inmensa. En Sweida vive la minoría drusa, a la que Israel ha tratado de apoyar financiera y militarmente con el pretexto de protegerla de las amenazas que plantea el gobierno central de Siria. Mientras tanto, Daraa y Quneitra limitan con los Altos del Golán ocupados, una región que Israel se anexionó en 1981 desafiando el derecho internacional. Estos territorios forman una zona de amortiguación crítica para los cálculos de seguridad de Israel.
Los llamamientos del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a la desmilitarización completa del sur de Siria ponen de relieve estas ambiciones. Netanyahu ha declarado explícitamente que el ejército sirio no debe operar al sur de Damasco, declarando en la práctica que las provincias del sur son una zona prohibida para el gobierno sirio. Esto no sólo impediría al gobierno central reafirmar su soberanía, sino que también crearía un vacío de poder que podría ser llenado por milicias apoyadas por Israel y facciones separatistas leales a sus intereses.
Al aumentar su presencia en esas regiones, Israel parece perseguir dos objetivos interconectados. En primer lugar, busca crear una zona de amortiguación para proteger sus fronteras de amenazas percibidas, en particular las milicias respaldadas por Irán y las fuerzas sirias. En segundo lugar, pretende debilitar a Damasco impidiendo la reintegración de esos territorios a un Estado sirio unificado. La fragmentación de Siria tiene un propósito más amplio: socavar la integridad territorial del Estado y garantizar que Israel pueda ejercer su dominio sobre la región.
El “Corredor de David”: una visión de la partición
En el centro de la estrategia de “Israel” en Siria se encuentra el concepto del “Corredor de David”. Esta ruta terrestre propuesta conectaría a “Israel” con los territorios controlados por los kurdos en el norte de Siria e Irak, creando un eje de transporte y suministro de armas que pasaría por alto tanto a Irán como a Turquía. El corredor atravesaría el sur de Siria, incluida Sweida, y se extendería hasta la región autónoma kurda de Rojava en el norte. Esta visión se alinea con el objetivo más amplio “israelí”-estadounidense de fracturar Siria en regiones autónomas más pequeñas y basadas en sectas que sean más fáciles de controlar.
El “Corredor de David” no es una idea novedosa en el discurso político “israelí”. Refleja la visión sionista articulada por Theodor Herzl, el fundador del sionismo moderno, quien imaginó un Estado judío que se extendería desde el río Nilo en Egipto hasta el río Éufrates en Irak. Esta visión, a menudo denominada “Gran Israel”, ha sido una fuerza impulsora detrás de muchas de las ambiciones territoriales “israelíes”, con matices religiosos e ideológicos que configuran sus políticas.
Si tiene éxito, el corredor cumpliría múltiples propósitos estratégicos. Proporcionaría a “Israel” una ruta terrestre directa hacia sus aliados kurdos en el norte de Siria e Irak, facilitando el movimiento de armas, personal y suministros. También separaría efectivamente a Siria de Jordania, reduciría la influencia iraní y turca en la región y plantearía nuevos desafíos para Irak, que ya está lidiando con movimientos separatistas kurdos. Al crear este corredor, “Israel” crearía efectivamente una Siria alternativa, fragmentada en enclaves sectarios y dividida por líneas étnicas.
Explotando las divisiones sectarias: el papel de los drusos y los kurdos
Un elemento clave de la estrategia de “Israel” en el sur de Siria es su apoyo a la minoría drusa de Sweida. Si bien “Israel” presenta este apoyo como un esfuerzo por proteger a una comunidad en peligro, los críticos sostienen que es una medida calculada para crear divisiones dentro de la sociedad siria. Los informes indican que “Israel” ha ofrecido incentivos financieros y respaldo militar a los líderes drusos, alentándolos a cooperar con sus planes. Además, ha habido propuestas para permitir que los trabajadores drusos de Sweida ingresen a los Altos del Golán ocupados para trabajar, fortaleciendo aún más los vínculos entre los drusos e “Israel”.
Este apoyo a los drusos complementa el respaldo de Israel a las fuerzas kurdas en el norte de Siria, en particular las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que también cuentan con el apoyo de Estados Unidos. En conjunto, estas alianzas sirven para fragmentar a Siria e impedir que el gobierno central consolide su autoridad. La creación de una región autónoma controlada por los drusos en Sweida no sólo debilitaría a Damasco, sino que también crearía una zona de amortiguación leal para Israel a lo largo de su frontera norte.
Implicaciones regionales: desestabilización y escalada
Las acciones de Israel en el sur de Siria forman parte de un patrón más amplio de agresión que tiene como objetivo reconfigurar el panorama político de la región. Al apoyar a los movimientos separatistas y crear zonas autónomas, Israel está trabajando en la práctica para desmantelar Siria como Estado unificado. Este esfuerzo coincide con las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores israelí, Gideon Saar, que ha pedido públicamente la fragmentación de Siria en enclaves étnicos y religiosos separados. Si bien Saar presenta esto como una medida necesaria para proteger a las minorías, los críticos lo ven como un intento apenas disimulado de debilitar al Estado sirio.
Las consecuencias de esta estrategia son profundas. Una Siria fragmentada no sólo desestabilizaría al país, sino que también tendría efectos en cadena en toda la región. Podría envalentonar a los separatistas kurdos en Turquía e Irak, alimentar conflictos sectarios y crear nuevas oportunidades para que los grupos extremistas exploten los vacíos de poder. Además, las acciones de “Israel” corren el riesgo de distanciarse de sus vecinos y aumentar las tensiones con potencias regionales como Turquía e Irán, lo que podría derivar en un conflicto más amplio.
Conclusión: La necesidad de rendición de cuentas
Las recientes incursiones de Israel en el sur de Siria representan una peligrosa escalada con consecuencias de largo alcance para la región. Al perseguir el “Corredor de David” y explotar las divisiones sectarias, Israel pretende dividir Siria y crear un orden político alternativo que sirva a sus intereses estratégicos. Esta estrategia amenaza la integridad territorial de Siria, alimenta la inestabilidad regional y corre el riesgo de desencadenar conflictos más amplios que involucren a países vecinos.
Para evitar una mayor escalada de la situación, los actores regionales e internacionales deben exigir a “Israel” que rinda cuentas por sus acciones en Siria. La comunidad internacional debe reafirmar su compromiso con la soberanía y la integridad territorial de Siria, al tiempo que atiende las legítimas preocupaciones de seguridad de todas las partes involucradas. Si no se realizan esfuerzos coordinados para reducir la escalada de la situación, la perspectiva de una Siria fragmentada y desestabilizada seguirá amenazando la estabilidad de todo el Oriente Medio.
Fuente: Al Ahed