Hacia los años 40 del siglo pasado, en el corazón de Europa se desarrollaba uno de los episodios más tenebrosos que ha vivido la humanidad a lo largo del tiempo. En esa región donde sus clases dominantes se jactaban de haber erigido la más alta civilización humana, se representaban las escenas más espeluznantes imaginables.
Mientras que cientos de miles, o incluso millones, de personas eran sometidas a actos de crueldad y perversidad inauditas, la gran mayoría de los que vivían por allí bien cerquita parecía no molestarse por el terror que asolaba a tantos otros. Por supuesto, tampoco se podría notar mucho alboroto al respecto en el resto del mundo.
Como no debe haber duda para los que han estado leyendo desde el principio, nos estamos refiriendo a Alemania en la época del nazismo de Hitler. Fue una época en la que la persecución, el encarcelamiento, la tortura, la detención en campos de concentración y la muerte se aplicaban a gran escala contra aquellos que los nazis consideraban indeseables.
Entre los blancos prioritarios de la furia nazi-hitleriana se encontraban los comunistas, los gitanos, las personas con discapacidades físicas, los judíos, los eslavos y otros. Como resultado, todos estos grupos humanos tuvieron a millones de sus miembros exterminados con las más refinadas técnicas de la monstruosidad. Pero nos corresponde preguntarnos: ¿por qué, hasta muy cerca del final de la Segunda Guerra Mundial, todas esas atrocidades no provocaban fuerte indignación y repudio entre los ciudadanos alemanes y europeos comunes y corrientes?
Una de las posibles respuestas a esta pregunta tiene que ver con el hecho de que, a pesar de que esos crímenes horripilantes se estaban cometiendo en cantidades tan grandes, su difusión no tenía una amplitud equivalente. En otras palabras, a pesar de que los horrores ocurrían con mucha intensidad, la mayoría de los que no estaban en los lugares exactos donde se consumaban las prácticas no se daban cuenta de ellos. Por supuesto, estas personas tampoco se mostraban muy interesadas en preguntarse por qué, por ejemplo, varios de sus vecinos habían desaparecido repentina e inexplicablemente.
Tan solo después del final de la guerra, con la respectiva derrota de las fuerzas nazis, las fotos y las imágenes de los campos de concentración con los sufrimientos infligidos a los perseguidos comenzaron a ser expuestas al público en general. Así, más tarde, al ser consultados sobre el tema, buena parte de los alemanes y europeos solían recurrir a la alegación de su completa ignorancia sobre lo que realmente andaba ocurriendo para justificar su indiferencia de entonces. Tal vez, fuera esta una disculpa injustificable, pero era algo dentro de la lógica.
Sin embargo, más de ochenta años después de la fase ignominiosa de la humanidad representada por el nazismo hitleriano, estamos una vez más constatando la práctica de inhumanidades similares. La diferencia más significativa entre la fechoría que los nazis llevaron a cabo en su momento y la que está en desarrollo hoy en día es el nivel de exposición pública que caracteriza a esta última.
Evidentemente, nos estamos refiriendo al sórdido genocidio que las fuerzas sionistas del Estado de Israel están llevando a cabo contra el indefenso y desamparado pueblo palestino. Las atrocidades cometidas por los sionistas israelíes no son en nada menos terribles que las de sus homólogos hitlerianos: hay docenas de miles de niños y mujeres masacrados de la manera más vil imaginable; es la destrucción completa de todos los hospitales, escuelas y hogares del pueblo palestino en la Franja de Gaza; y la privación de agua y alimentos a millones de seres humanos como forma de exterminarlos también a través del hambre y la sed. En otras palabras, son horrores para causarle envidia en el más empedernido de los nazis.
La gran diferencia que podemos ver entre las dos etapas más indecorosas jamás experimentadas por la humanidad está en su visibilidad. Si en el momento de las matanzas provocadas por los nazis, muchas personas podían justificar su inacción por su completa ignorancia de las maldades que se estaban llevando a cabo, en el caso actual, esto ya no es posible. Las escenas del genocidio del pueblo palestino nos llegan a todos y cada uno de nosotros en fotos y videos casi al mismo tiempo en que tienen lugar. La ignorancia ya no puede servir como excusa para la indiferencia y la falta de acción y protesta. Ahora, como solía decir el honorable líder evangélico sudafricano Desmond Tutu, la indiferencia es indicación de complicidad.
Ciertamente, esta complicidad generalizada en el genocidio del pueblo palestino no se da ni siquiera en Europa o en Estados Unidos. En las capitales y principales ciudades europeas y estadounidenses, ha sido constante la presencia de millones de personas en las calles para expresar su indignación contra todas las monstruosas aberraciones que el sionismo israelí está practicando. La indiferencia y la complicidad solo han sido observadas por las autoridades que comandan el aparato estatal en la Unión Europea y los Estados Unidos, no por sus pueblos.
Ni siquiera los ciudadanos de ascendencia judía de todo el mundo son en su totalidad cómplices del genocidio del pueblo palestino por parte del sionismo israelí. Tanto es así que, en varios lugares, algunas de las voces más poderosas en la lucha por poner fin a los crímenes del nazismo del siglo XXI, es decir, del sionismo, provienen de miembros de la comunidad judía. Son ellos quienes, mejor que nadie, hacen perfectamente evidente al mundo que el judaísmo y el sionismo son cosas completamente diferentes.El sionismo es una ideología burguesa gestada en Europa por europeos y para europeos, sin ninguna conexión con las comunidades hebreas de la Antigüedad. El sionismo es para los judíos lo que el nazismo fue para los alemanes. Con la rotunda derrota del nazismo, el pueblo alemán ha recuperado su grandeza y ha vuelto a ocupar un puesto de respeto en el mundo. Algo equivalente debe ocurrir ahora: la derrota inapelable del sionismo devolverá a los judíos y al judaísmo al valioso papel que deben desempeñar por el bien de la humanidad.
Publicado originalmente en portugués en: https://www.brasil247.com/blog/as-justificativas-de-antes-e-as-de-agora