Por Raúl Kollman
La paciencia parece acabarse. Una enorme mayoría, dos de cada tres argentinos, está en desacuerdo con el veto a la nueva fórmula previsional y sostiene que se debe priorizar a los jubilados, no el déficit fiscal cero. Pero eso está en sintonía con lo que está pasando en casi todos los hogares. Prácticamente, nueve de cada diez ciudadanos dicen que no llega a fin de mes o que tiene dificultades para llegar al día 30 o 31. Por lo tanto, casi el 40 por ciento compra sólo los medicamentos imprescindibles; el 50 por ciento consume mucho menos carne o directamente dejó de consumir carne, más de la mitad restringió el uso de luz y gas; dejó de usar cable o se pasó a un plan más accesible y bajó la frecuencia de utilización del transporte público, los taxis o aplicaciones. Y, los que tienen, redujeron drásticamente el uso de su auto.
El 44 por ciento afirma que no soporta más el ajuste y otro 20 por ciento sostiene que aguanta entre uno y seis meses más, o sea, se sienten al límite. El malestar, la temperatura del enojo está subiendo de nivel semana a semana y no sólo afectan a los que se autodenominan opositores, sino a los que se consideran independientes e incluso a una parte de los que se sienten cercanos al gobierno.
Las conclusiones surgen del trabajo -especial para Página/12- del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), la consultora que dirige Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1.486 ciudadanos, respetando las proporciones por edad, sexo, nivel económico-social y lugares de residencia. La muestra se constituyó con usuarios de las grandes plataformas de internet -Facebook, Instagram y otras-, a los que se les formularon las preguntas, siempre respetando las proporciones existentes en la sociedad.
Entre los consultores está el dicho de que “los jubilados no tienen gran capacidad de movilización, pero toda la sociedad empatiza con ellos”. El mejor ejemplo es el golpe casi decisivo que recibió el gobierno de Mauricio Macri cuando produjo una fuerte quita en jubilaciones y pensiones en diciembre de 2017. Venía de ganar las elecciones dos meses antes y entró en un declive del que no se pudo recuperar.
“El tema de mayor impacto, el más significativo es el de los jubilados -sostiene Bacman-. Con los jubilados no parece ser la frase que subyace en las opiniones. Los argentinos están convencidos que a los jubilados hay que protegerlos y cuidarlos. Ojo, este es un desafío importante para Javier Milei: el costo político que puede llegar a tener el veto a la ley que mejora los magros haberes jubilatorios, es muy alto. El desacuerdo con esa medida pega en dos segmentos, incluye a los independientes y parte de los propios mileistas periféricos, o sea a los que no son del núcleo duro. Además, la represión a los jubilados, arrojándoles gases urticantes en los rostros, causa estupor”.
El azote no sólo golpea a unas jubilaciones y pensiones bajísimas, que sufrieron el recorte del 8,1 por ciento que la ley pretende devolverles, sino que el ajuste pega también en los medicamentos. Uno de cada tres consultados (33,6 por ciento) sostuvo que compra solo los medicamentos más importantes e imprescindibles y hay un cuatro por ciento que directamente no puede comprar más medicamentos. Está claro que es una decisión más que difícil, porque la salud es prioridad en todas las familias.
A esto hay que agregar que, en la encuesta, los consultados admiten que tuvieron que recortar casi todo.
“Lo que vemos en la encuesta es que el ajuste se profundiza mes a mes -analiza el titular del CEOP-. Los argentinos son conscientes que los que pagan el ajuste son ellos, que lo de la casta sólo es una frase. Por eso, los recortes que admiten los encuestados son técnicas de supervivencia. Lo que dice nuestro trabajo confirma lo que vienen diciendo los carniceros: una proporción grande dejó de consumir carne o tuvo que optar por bajarlo muchísimo. Que, además, digan que se están cuidando con la luz y el gas, hace pensar que no están calefaccionando como corresponde su hogar. Ese es el ajuste puro y duro que pega en los sectores más humildes. No debe olvidarse el enorme aumento de la garrafa de gas”.
Hace meses, la principal preocupación era la inflación, seguido por la inseguridad. Ahora, cuando se le pregunta a los ciudadanos cuáles son los temas que más los impactaron en el último mes, el 40,9 por ciento contestó sueldos e ingresos que no alcanzan. Pero aparece en segundo lugar, el crecimiento de la pobreza, algo que se verifica por la cantidad de personas que ahora se ven cotidianamente en situación de calle. El tercer puesto es la falta de trabajo, algo que no entraba en las inquietudes hasta este año y que se agrava porque todos ven que en su empresa bajaron las ventas o declinó muchísimo la producción y se concretaron o hay rumores de despidos. Por eso, además del 24 por ciento que está preocupado por la falta de trabajo, hay otro 17 por ciento que tiene temor a perder el empleo. Recién en el cuarto puesto aparece la inseguridad, que continúa siendo una preocupación, pese a que la ministra del área, Patricia Bullrich, asegura que mejoraron los índices.
Un dato que no es menor es que algunos de los temas que han llenado las tapas de los diarios impactan poco y nada: la interna entre Javier Milei y Victoria Villarruel o la denuncia de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández aparecen lejos, muy lejos de las principales preocupaciones.
“La paciencia tiene un límite -redondea Bacman- Por lo que puede verse en este trabajo de campo apenas uno de cada cuatro argentinos está dispuesto a esperar lo necesario para que las cosas mejoren. Componen el núcleo duro del oficialismo y lo apoyan sin dudas ni especulaciones. Pero los restantes tres de cada cuatro consultados le ponen fecha a su paciencia. Si bien el tiempo oscila entre uno y 12 meses, el riesgo está presente. Especialmente si se tiene en cuenta que en ese apoyo relativo conviven los que se consideran independientes y aquellos que constituyen periferia, adherentes menos férreos, del propio oficialismo”.
Los datos sobre la paciencia de los encuestados se van deteriorando: el 45 por ciento dice que ya no se soporta ni un día más y los que sólo aguantan entre un mes y tres meses son otro 11 por ciento. De manera que una mayoría del 56 por ciento ya se manifiesta al límite. Del otro lado, los que afirman que esperarán lo necesario son sólo el 25 por ciento, lejísimo del 56 por ciento que votó a Milei hace nueve meses.
Desde el punto de vista de los números y el sondeo de Bacman, parece haber una olla a presión. Pero habrá que ver la cuestión de fondo y los sentimientos respecto de los jubilados. El maltrato de Macri significó casi su final. No está claro en qué derivará el veto y la represión de Milei.