Por Mazen Al-Najjar
¿Es la relación entre Estados Unidos y la entidad sionista una relación orgánica o funcional? Probablemente sea una relación funcional y que la entidad sea simplemente una base militar avanzada. Esto implica la posibilidad de desmantelar la entidad sionista y liquidar su proyecto de asentamiento y su arsenal nuclear.
El difunto pensador Abdel Wahab Al-Messiri creía que los judíos no controlaban Estados Unidos, sus capacidades, su economía y sus decisiones, y enumeró sectores económicos vitales en los que los judíos no tenían influencia: la industria del hierro y el acero, la minería, la industria química e industrias de ingeniería, los principales bancos y la agricultura, y su influencia fue limitada al comercio minorista, el intercambio, el corretaje, el mercado de valores, el entretenimiento y los servicios.
Estas profesiones son las que a los judíos les permitieron hacer en Europa desde la Edad Media. La primera generación de inmigrantes judíos en Estados Unidos fueron mineros, sus hijos devinieron en abogados y académicos, sus nietos en administradores de empresas, corredores de bolsa, productores de cine, etc.
En el siglo XVI, los puritanos (El término “puritano” nació alrededor de 1565 y hacía referencia a la purificación que pretendía erradicar toda costumbre católica que permaneciese en el rito de la iglesia anglicana) tomaron el control del Parlamento Revolucionario de Cromwell en Inglaterra. Después del llamado del gran reformador protestante francés Juan Calvino (1509-1564) que permitía la usura, los puritanos trajeron cambistas judíos de los Países Bajos para establecer una industria financiera y crediticia.
Esto coincidió con una importante etapa de resurgimiento del Antiguo Testamento en la vida religiosa europea bajo la influencia de la “reforma” religiosa en busca de un referente paralelo a la de la Iglesia Católica, seguida de otras etapas que desembocaron en los siglos XIX y XX, cuando los misioneros evangélicos promovieron la idea del sionismo y el Estado judío, y vincularon la migración de judíos a Palestina con las profecías de otro mundo, el regreso de Cristo y la batalla decisiva del Armagedón y la Declaración Balfour.
La colonización europea tomó prestados sus preámbulos de la Torá, sus narrativas, héroes, símbolos, valores y geografía. Los inmigrantes europeos tomaron su visión cósmica y narrativas religiosas y morales de sus textos. Encontraron identificación completa con el espíritu hebreo y consideraron habían surgido de lo que parecía el cautiverio faraónico de los hijos de “Israel” (en el Egipto bíblico) a la Tierra Prometida.
Los colonos escribieron un pacto en el barco en el que fueron a América del Norte parecido al de Jehová con los hijos de “Israel” en el Antiguo Testamento, y emigraron porque querían establecer el nuevo “Israel” en el nuevo mundo.
La ideología de los colonos que fundó la idea de “Estados Unidos”, que es la traducción al inglés de “Israel mítico”, fue lanzada con un poderoso impulso basado en ocupar la tierra de otros, reemplazar personas con personas y reemplazar cultura con cultura.
El discurso de los colonos blancos en Estados Unidos estuvo lleno de expresiones de la tierra prometida, el pacto de Dios, el pueblo elegido de Dios, la exploración, el manejo de fronteras, la conquista y el exterminio de los pueblos originarios.
Esto fue acompañado por la creencia en la singularidad histórica de la experiencia del asentamiento, que era parte de la agenda de Dios y que Estados Unidos, en palabras de la Biblia, es “una ciudad sobre una montaña” y “un faro para las naciones”.
Surgió la religión civil. La religión del Estado estadounidense y las instituciones de “justicia”, burocracia, policía y aplicación de la ley, desde la ideología de los primeros colonos “puritanos” que fueron expulsados de Inglaterra, consagrando a Jehová, “el Señor del Antiguo Testamento”, con su racismo, violencia y ferocidad como autoridad suprema, lo que explica la ferocidad, la violencia, el racismo, la agresión y el autoritarismo del Estado estadounidense.
Los investigadores señalaron la penetración de la ideología del asentamiento hebreo bíblico en el tejido de la vida estadounidense, en especial la vida pública y el trabajo del Congreso.
La “religión civil”, por ejemplo, celebra el “Día de Acción de Gracias” más que la “Navidad”, y esto es lo que consagra “el significado israelí de Estados Unidos”, y esto lo confirmó un importante rabino en un libro sobre la historia de los judíos en Estados Unidos.
Según dice, los estadounidenses son “más judíos que nosotros”, porque “adoptaron todas nuestras ideas”, comparando “a los judíos del cuerpo, que es Estados Unidos, y a los judíos del espíritu, que somos nosotros”. Esta penetración del judaísmo explica la relación entre Estados Unidos y la entidad sionista.
Hay un dicho frecuente en los círculos políticos y mediáticos de Estados Unidos: “Si `Israel´ no existiera, habría que crearlo. Su inexistencia requiere el despliegue de docenas de buques de guerra, portaaviones y bases militares en la región”.
Así lo dijeron altos dirigentes de la entidad sionista, como Benjamín Netanyahu, quien confirmó que existe otro portaviones, “Israel”, mientras inspeccionaba un portaviones estadounidense amarrado cerca de la costa de la Palestina ocupada.
En cuanto a Ariel Sharon rechazó la ecuación de “Israel” con un portaaviones, subrayó su equivalencia a portaaviones.
Aquí, el papel del proyecto sionista funcional consiste en reciclar el sistema de control imperial y sostener la hegemonía occidental sobre el Levante dentro de un triángulo geoestratégico estructural y orgánicamente interconectado, y cada uno de sus vínculos conduce al siguiente dentro un círculo acumulativo que se refuerza a sí mismo, tras extraer las causas de la resistencia del Levante: peligro, amenaza y chantaje.
Esto fue acompañado por la creciente importancia del proyecto de asentamiento sionista dentro del sistema de control occidental, especialmente después de la agresión de 1967, y el fortalecimiento de la relación entre ellos, y la capacidad de este proyecto de asentamiento para expandir y ampliar las áreas y los campos de los asentamientos sionistas desde el Golfo hasta el océano.
Durante el período de la Guerra Fría, las constantes de la política exterior estadounidense en Medio Oriente fueron tres: asegurar y continuar el flujo de petróleo del Golfo, impedir la entrada o expulsión de los soviéticos e impedir el estallido de una guerra árabe-israelí integral.
A raíz de la invasión iraquí de Kuwait en 1990, Henry Kissinger resumió las prioridades de Estados Unidos en su campaña y guerras en tres prioridades: ¡petróleo, “Israel” y la dirección futura del mundo islámico!
La entidad sionista alcanzó la cima de su auge y arrogancia con la agresión de junio de 1967, para iniciar su decadencia estratégica días después en la Batalla de Ras al-Ash, luego Guerra de Desgaste (1967-1970) lanzada por Egipto, que le infligió pérdidas dolorosas, y no se detuvo excepto para construir el muro de misiles de defensa antiaérea egipcio, y luego vino la guerra del 6 de octubre de 1973 (10 de Ramadán de 1393 AH), la cual sacudió a la entidad sionista, destruyó la Línea Bar Lev, sus fortificaciones y la estrategia de frontera segura, y sus fuerzas sufrieron una severa derrota y un insulto humillante.
Durante los días de la guerra, la prensa informó que un oficial egipcio capturó a un oficial israelí y le preguntó: ¿Qué pasó? ¿Por qué cambiaste? El israelí respondió: ¡Más bien, ustedes son los que cambiaron, señor!
El declive estratégico de la entidad depende, por tanto, de sus continuos combates y agotamiento en todos los frentes con guerras asimétricas entre la resistencia popular y la ocupación, al estilo libanés y palestino.
Thomas Friedman menciona que el embajador italiano en Beirut le dijo: “Estados Unidos, con su enorme poder parece a un elefante y no sirve para luchar excepto contra un elefante como él”. Por lo tanto, la resistencia popular y las guerras de desgaste conducen al agotamiento moral y material de enormes ejércitos, pero no están estructuralmente, entrenados y moralmente calificados para enfrentar tales guerras y resistencia.
En la guerra de julio de 2006 en el sur del Líbano, la entidad sionista fue sometida a un declive estratégico que amenazó su posición, importancia y papel al servicio del imperialismo occidental. Su capacidad para proporcionar disuasión estratégica también estuvo expuesta a la erosión y un claro declive en el poder.
Frente a una fuerza sin las características y capacidades de un Estado, menos de mil combatientes de la resistencia libanesa participaron en la batalla, y fue la primera guerra árabe-israelí en la cual las muertes de militares israelíes superaron el número de mártires de la resistencia.
La destrucción de los blindados israelíes con misiles guiados o armas antiblindaje caseras exacerba la erosión de la disuasión y el declive estratégico. Los historiadores militares dicen que el papel de los castillos fortificados terminó con la invención de los cañones, por lo que en las guerras modernas los tanques se convirtieron en castillos móviles, pero los proyectiles caseros convierten estos castillos en museos de historia militar en manos de combatientes descalzos que exigen el martirio y se enfrentan desde distancia cero, como lo atestigua ahora la Guerra del Diluvio de Al-Aqsa en los frentes del norte y el sur.
En el verano de 2006, los combatientes de la resistencia libanesa mantuvieron sus posiciones contra las fuerzas de la entidad sionista en batallas que duraron 12 horas. Consiguieron espiar las comunicaciones israelíes y dañaron un buque de guerra israelí Sa'ar, transmitido en directo por televisión.
Por lo tanto, el declive estratégico aumenta y amenaza la posición de la entidad sionista y su papel funcional en el imperialismo occidental, como un mal augurio para Occidente y su hegemonía sobre nuestra región, el mundo y el sistema internacional unipolar. El proyecto sionista, su debilidad y decadencia es considerado un indicador importante de la decadencia del control occidental.
Al estudiar la reacción de Occidente ante el impacto de la operación del Diluvio de Al-Aqsa, encontramos una prisa por apoyar y armar a la entidad sionista, proporcionarle servicios logísticos y de inteligencia, justificar sus crímenes y tratar el evento como una amenaza existencial para la entidad, ya que el presidente estadounidense consideró -más de una vez- a la resistencia palestina al igual que Rusia.
Así pues, el proyecto de asentamiento sionista ocupa una posición central en el sistema de asentamiento global y en la hegemonía occidental, pero el desmantelamiento de ese proyecto bajo el peso de sus divisiones, contradicciones internas, pérdida de legitimidad y la escalada de resistencia de los palestinos y la nación conducirá a la desintegración del sistema de asentamiento global y del control occidental a nivel mundial.
Esto es bienvenido por el Sur Global: Asia, África, América Latina, las principales potencias y las potencias regionales resistentes, las cuales exigen el desmantelamiento de la unipolaridad para lograr un orden mundial multipolar más equilibrado y justo.
La reciente aprobación de Rusia para transferir armas a partes en estado de conflicto con países que están armando a Ucrania fue muy significativa en el contexto de los esfuerzos de los países y movimientos de liberación nacional para salir del asedio, la contención y el control occidentales y mejorar su fuerza y eficacia. Este es un avance importante que tendrá consecuencias.