Se trata de una campaña a base de “fake news” económicas orquestada por EE.UU. a través de todos los medios de comunicación occidentales. A esta campaña se ha unido el propio presidente norteamericano Joe Biden con afirmaciones tan ignorantes como maliciosas tales como que el crecimiento económico de China es alrededor del 2 por ciento«, cuando fue del 5,5 por ciento en el primer semestre de este año; o la afirmación de que en China «el número de personas en edad de jubilación es mayor que el número de personas en edad de trabajar«, lo cual es completamente falso. Igualmente, todo la prensa internacional ha publicado las declaraciones de Biden de que la economía de China es una «bomba de tiempo«, cuando es EE.UU. y no China quien este año ha sufrido dos de los tres mayores colapsos bancarios de su historia.
Si consideramos los últimos cuatro años, hasta el segundo trimestre de 2023, la economía de China creció un total del 19,2 por ciento, mientras que si nos fijamos en las economías avanzadas del G7 el crecimiento de Estados Unidos fue del 7,5 por ciento, el de Canadá del 4,7 por ciento, el de Italia del 1,5 por ciento, el de Francia del 1,3 por ciento, el de Japón del 0,8 por ciento, el de Alemania del 0,5 por ciento y el del Reino Unido del 0,3 por ciento.
Y si nos fijamos en las previsiones del FMI la participación del PIB de China en el conjunto mundial no hace sino crecer, al contrario del de EE.UU.
La pretensión de esta campaña de desinformación se centra principalmente en intentar disuadir a las empresas extranjeras de invertir en China, a la vez de que se transmite a la población en general una idea negativa sobre China.
La campaña de desinformación contra China en los medios alternativos españoles
Ya estamos acostumbrados a que la potencia de la maquinaria de propaganda norteamericana inunde a los medios alternativos españoles. No esta habiendo en este caso una excepción.
Diego Herranz titula en Público “La burbuja inmobiliaria y crediticia y la losa de la deuda empujan a China a una década perdida”, añadiendo que “el mercado empieza a apuntar a que la ralentización productiva del gigante asiático esconde una huida de capitales que podría llevar a la segunda potencia mundial a suceder a Japón como enfermo económico del planeta”.
Nos trae a colación las opiniones de Desmond Lachman, del American Enterprise Institute, en el sentido de que “las burbujas especulativas que alimentan su mercado inmobiliario -el de China- y el expansionismo crediticio por orden de las autoridades económicas y monetarias podrían hacer morir de éxito a la segunda potencia global”. Para terminar afirmando que “se han detectado puntuales fugas de capitales”.
Como ya hemos apuntado no hay ralentización productiva en la economía china, no hay fugas de capitales y no existe una burbuja inmobiliaria sino todo lo contrario. China presenta en estos momentos el final de la crisis inmobiliaria que se ha desarrollado en los últimos años como consecuencia de las restricciones crediticias implantadas por el gobierno chino para evitar precisamente una burbuja inmobiliaria. La reducción de la inversión inmobiliaria ya ha tocado fondo y la economía global china ha seguido creciendo estos años por encima del resto del mundo, tal y como hemos visto, a pesar de esta reducción de la inversión inmobiliaria.
La inversión directa extranjera en China en 2023, por su parte, ha seguido creciendo a pesar de la campaña occidental para tratar de desviar las inversiones de las empresas occidentales a otros países asiáticos.
La comparación de China con la crisis de Japón de los últimos decenios que realiza el artículo no es sino otra campaña occidental de tratar de maquillar la difícil situación occidental en relación con los precios y los tipos de interés. La inflación galopa en occidente y las sucesivas subidas de los tipos de interés ahogan a las familias y generan la ralentización económica. En China no hay inflación y consecuentemente el gobierno puede reducir los tipos de interés en lugar de subirlos y estimular la economía. Pero aceptar esta realidad es duro para Occidente y trata de maquillarla afirmando que no es que la economía china esté funcionando mejor sino que se encuentra camino de la deflación y que se hundirá por tanto en el estancamiento como Japón. Pero la realidad parece tozuda y en este momento y en la previsión para todo 2023 la inflación es pequeña pero positiva.
Otro medio alternativo español, El Salto, recoge el artículo de Christian Marazzi titulado “Los espectros de la deuda china”, subtitulando que “La recuperación tras la pandemia no termina de arrancar, las importaciones y las exportaciones disminuyen, la deflación se ha instalado en la economía china y el desempleo juvenil aumenta drásticamente”.
Ya hemos visto que la recuperación económica tras la pandemia no solo ha arrancado sino que lo ha hecho con fuerza y muy por encima de las economías del G7. Las importaciones y las exportaciones de momento en 2023 han compensado los bloqueos de EE.UU. y de Europa con el crecimiento de las exportaciones al resto del mundo. Ni hay ni se ha instalado deflación en la economía china. Y, por último, no hay tampoco un aumento drástico del desempleo juvenil, que se mantiene por debajo del de los países avanzados y que en el caso de China se genera con el necesario ajuste para organizar el empleo de los 11,58 millones de nuevos licenciados universitarios que este año 2023 se lanzan al mercado. Una reciente encuesta muestra que solo la mitad de los recién graduados eligen trabajar para compañías, con un 18 % que eligen trabajar como freelance, un 10 % que optan por seguir con su formación, un 3 % que optan por comenzar su propio negocio y un 16 % restante que afirma que su plan de carrera aún no está definido. Si bien cada año es más compleja la colocación laboral de las nuevas generaciones -este año se han graduado 950 mil universitarios más que el año pasado- el desempleo juvenil del 21,3 % es envidiable para, por ejemplo, España (29,5 % en 2022), en un país de 1.400 millones de habitantes donde el desempleo global es de tan solo el 5,2 % (13 % en España en 2022).
Para el articulista de El Salto estas afirmaciones catastróficas -y falsas decimos nosotros- se justifican por la crisis inmobiliaria y la deuda. Afirma que “Cuando la crisis de la clase media ha comenzado a hacer mella, las ventas inmobiliarias obviamente se han ralentizado y los deudores ya no han sido capaces de abonar los cupones de sus deudas”. Sin embargo esto vuelve a ser falso: la renta per cápita china se ha venido doblando cada pocos años y en el caso de los últimos cuatro años el PIB per cápita ha crecido a un ritmo anual del 4,4 por ciento en China que se compara con el 2,5 por ciento en la India y el 1,3 por ciento en Estados Unidos. El crecimiento del PIB per cápita de la India fue sólo el 56 por ciento del de China, y el PIB per cápita de China creció más de tres veces más rápido que el de Estados Unidos. La crisis inmobiliaria china tiene su origen en la restricción crediticia a las empresas constructoras para evitar una burbuja de crédito que pudiese colapsar el sistema. Se habla constantemente en la prensa de dos empresas constructoras chinas en problemas Evergrande y Country Garden, que efectivamente están con problemas pero que siguen cotizando en bolsa (el 27 de septiembre ha sido suspendida en bolsa Evergrande por la imputación judicial de algunos directivos) y terminando la construcción de sus promociones. Compárese esta situación con la quiebra generalizada de constructoras que vivimos en España en nuestra crisis inmobiliaria. A este recorte crediticio producido en los años anteriores se ha añadido la legislación de las grandes ciudades para limitar su crecimiento (hay 12 áreas metropolitanas con más de 10 millones de población, destacando Shanghái con más de 23 millones y Chongqing con más de 32 millones). Pero como ya hemos indicado la caída de la inversión inmobiliaria se ha desacelerado de forma significativa como consecuencia de las nuevas medidas económicas impulsadas por el gobierno.
Afortunadamente y de acuerdo con el autor, las consecuencias de esta supuesta crisis económica de China “desde el punto de vista financiero los riesgos de contagio son limitados o incluso inexistentes, ya que el sector financiero chino se halla aislado del resto del mundo”. Vamos, que China se hunde pero a Occidente no le afecta. El mismo argumento norteamericano pidiendo que las empresas occidentales no inviertan en China. Que pena, para ellos, que la realidad no acompañe a sus deseos.
Otro caso lo encontramos en Javier Gómara en Público, Híbridos y Eléctricos, que escribe que “Actualmente, China se encuentra en una fase de desaceleración económica causada por cientos de miles de millones de dólares de pérdidas. Los efectos de la pandemia todavía se hacen notar. Grandes empresas locales como Evergrande se han declarado en quiebra y muchos expertos aseguran que la oferta de vehículos eléctricos puede provocar el colapso del mercado. Varios de sus fabricantes podrían no sobrevivir y causar un daño mayor en la ya de por sí delicada situación financiera”. Lo de los cientos de miles de millones de dólares de pérdidas es una simple fantasía ya que no hay ningún dato que ni manipulado y sacado de contexto se pueda parecer. Lo sorprendente es lo relativo a los vehículos eléctricos y el colapso del mercado. Tan solo un par de párrafos anteriores, en el mismo artículo, menciona la comunicación de los fabricantes europeos CUPRA y Audi de que abren nuevas fábricas en China. No lo harían si el mercado estuviese al borde del colapso. No es solo que China se ha convertido este año en el mayor exportador de vehículos del mundo, sino que la capacidad de demanda del mercado interior chino sigue siendo muy grande: En China hay 300 coches por cada 1000 habitantes frente a los 600 por 1000 habitantes de Europa o los 800 por 1000 habitantes de EE.UU.
Qué pretende esta campaña de desinformación lanzada por EE.UU. este verano
Esta campaña de desinformación esta consistiendo en maquillar las cifras económicas de China para afirmar que hay una desaceleración económica en China, los datos dicen todo lo contrario, y que esta desaceleración estaría provocada por el ajuste estructural de la industria inmobiliaria y la deuda de los gobiernos locales.
Ya hemos hablado del mercado inmobiliario. En lo que respecta a la deuda de los gobiernos locales, que ha crecido como consecuencia de las ayudas sociales durante la pandemia, difícilmente se puede considerar fuera de control en una situación de deuda pública de China envidiable si la comparamos con el resto del mundo.
Es sorprendente que al mismo tiempo que se vaticina el colapso de China por parte de la maquinaria de prensa de Occidente, se emite el mensaje contrario: La amenaza de China. El rápido desarrollo de China “amenaza” a Occidente y le va a quitar el puesto a EE.UU. Hay que cortar las importaciones desde China y hay que quebrar a las empresas chinas impidiéndoles el acceso a la tecnología occidental (guerra de los chips). ¿Porqué este temor si China esta colapsando?. Pues porque la realidad es evidente y el progreso económico de China no es solo un progreso resilente sino que se está centrando en las industrias de alta tecnología tales como los vehículos de nueva energía, los grandes aviones y la construcción naval.
Como ya indicábamos al comienzo, el objetivo de esta campaña de desinformación no es otro que intentar disuadir a las empresas extranjeras de invertir en China y transmitir a la población en general una idea negativa sobre China. Esta campaña se complementa con la ya habitual de publicar solo noticias negativas sobre China y obviar las positivas, para que el tremendo logro económico que esta realizando China no cale en la población occidental.
Acabemos con algunos datos económicos de China:
Fuente: Rebelion