La medida que extingue el Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares fue tomada mediante una resolución del ministerio de Educación y del ministerio de Defensa y divulgada por la prensa brasileña.
La cartera de Educación dijo “no haber comprobado la eficacia” del programa impulsado por el líder de ultraderecha y capitán de la reserva del Ejército, quien sostenía que en las escuelas se debía “imponer la jerarquía”, como “se hace en los cuarteles”.
Entre 2019 y 2022 fueron abiertas en el país 216 escuelas cívico-militares a las que asisten 192 mil alumnos, entre ellos la hija menor del expresidente, Laura, de 13 años. La gestión educativa estaba a cargo de profesionales del área, pero lo relativo a la administración y los llamados “códigos de conducta” eran responsabilidad de personal vinculado a las fuerzas armadas.
Según el ministerio de Educación, en esas escuelas habrá a partir de ahora “una transición cuidadosa de actividades, que no comprometa el cotidiano” de los alumnos y profesores, y que durará hasta el fin del presente año lectivo, cuando esos colegios volverán a tener la misma disciplina de todos los inscriptos en la red pública. Los militares que trabajaban en esas escuelas, de acuerdo a la decisión, serán reubicados progresivamente en otras funciones, pero dentro del cuadro de las fuerzas armadas.
En el documento, la cartera de Educación advierte que el programa “induce una desviación del propósito de las actividades de las fuerzas armadas, invocando su actuación en un área que no es de su competencia y no es consistente con su lugar institucional en el ordenamiento jurídico brasileño”.
Escuelas contra el “marxismo cultural”
El formato de escuela cívico-militar existe en el país desde la década del 90 pero Bolsonaro le dio un fuerte impulso en septiembre de 2019 con la creación del Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares, que tenía el objetivo de reducir la deserción escolar y reprimir los casos de violencia escolar a través de la disciplina militar. El expresidente creó una secretaría dentro del ministerio de Educación para el programa que contaba con su propio presupuesto y personal.
A principios de año, el gobierno de Lula extinguió esa secretaría. El ministro de Educación, Camilo Santana, ya había manifestado que no apoyaba la medida, pero aún faltaba definir cómo funcionarían las escuelas luego de la supresión del modelo y qué pasaría con los militares que prestaban servicio en los establecimientos escolares.
Cuando Bolsonaro anunció ese programa cuatro años atrás dijo que uno de los objetivos era que las escuelas dejaran de “formar militantes políticos” y pasaran a educar “para el trabajo”, con “la disciplina” propia de los cuarteles. Las escuelas cívico-militares también fueron presentadas como una “herramienta” contra el “marxismo cultural” que, según el líder de ultraderecha, domina el pensamiento y la educación desde hace décadas.
“Visión distorsionada” de prioridades
La enseñanza fue una de las áreas más conflictivas para el gobierno de Bolsonaro, quien en sus cuatro años en el poder tuvo igual número de ministros al frente de la cartera de Educación. Para Gabriel Corrêa, gerente de Políticas Educativas de la ONG “Todos Por la Educación”, este “modelo militarizado de escuelas debía quedar restringido a escuelas de las fuerzas armadas, para jóvenes que quieran este tipo de formación y carrera, con personal militar que haya tenido formación en el campo educativo”.
Otro punto muy criticado por expertos fue la mala lectura de las prioridades, ya que el gobierno de Bolsonaro daba “prioridad a un número mínimo de escuelas, creando una política, un presupuesto específico y una mesa específica en el ministerio de Educación para ellas, lo que muestra una muy visión distorsionada de las prioridades”, dijo Corrêa en diálogo con el portal G1.
Más allá del ámbito educativo, el rol de las fuerzas armadas en el gobierno de Bolsonaro se encuentra bajo análisis, sobre todo porque al menos tres militares están acusados por el complot para desconocer las elecciones de octubre pasado e incentivar el intento de golpe del pasado ocho de enero. El exedecán de Bolsonaro, coronel Mauro Cid, está detenido y se le encontraron en su celular documentos sobre cómo llevar adelante un golpe de Estado para desconocer las elecciones del año pasado.