Roberto Chambi Calle[1]
El cinismo y la hipocresía de estas, como se ha venido manifestando en la cotidianidad boliviana es descarada, pues sostienen un paro “cívico” haciendo perder al estado millones de dólares por hora y día, medida que tiene una pseuda legitimidad ya que el comité es un satélite que gira en torno a las mercancías, el capital y las finanzas empresariales, en donde las organizaciones sociales no solo son proscritas para cualquier tipo de decisión, sino son yuxtapuestas y sometidas a los deseos de las oligarquías empresariales.
De forma rimbombante se han jactado de que su movilización y la convocatoria que hicieron fue “por el mandato del pueblo” en un cabildo en donde supuestamente había un millón y medio de personas, cuando según datos de especialistas en demografía, ese 30 de septiembre en la “Plaza del Cristo Redentor” habían menos de 300.000 personas. Quizás este dato pueda ser discutible, no obstante de ello esa cantidad de personas en su mayoría funcionarios públicos de la gobernación (obligados a asistir) entre otros que vinieron del interior del país, no representan a esta región, pues carece de legitimidad ya que la demografía de esta ciudad de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE) (sus proyecciones al 2020) tiene una población de más de 3 millones de habitantes ( 3.370.100) peor aún, el Cabildo no tiene obligatoriedad de acuerdo al Tribunal Supremo Electoral de Bolivia, por ende sus decisiones no son vinculantes.
Pero más allá de todas sus demandas, el gobierno boliviano ha interpuesto todos los buenos oficios invitando muchas veces a las mesas de diálogo para que puedan sustentar su propuesta, en esa línea el diálogo que se llevó a cabo el 22 de octubre pasado fue abruptamente abandonado por el gobernador y el Comité Cívico. En esa reunión se pudo evidenciar una vez más la falta de compromiso y responsabilidad de cara al país, siendo su actuar autoritario e irracional, ya que desde el inicio su postura fue radical y absolutista; “¡Censo 2023 ya!”
No solo ello, sino fuera de este capricho no presentaron la factibilidad técnica, científica, social ni política, siendo su única respuesta huir de dicha reunión, denotándose claramente que el meollo del asunto no es el censo, sino derrocar al gobierno Constitucional Boliviano, así como lo hicieron el año 2019 cuando dieron un golpe de estado a Evo Morales Ayma.
Es tanto el odio, la intolerancia y la incapacidad que tiene el Sr. Camacho, que como gobernador no da la talla política, institucional ni de gestión, pues hasta la fecha de acuerdo a datos oficiales su administración solo destinó el 17% a inversión pública (la más baja del país, con un saldo de Bs. 450 millones) abandonando las necesidades (hospitales, infraestructura, caminos, etc.) de las regiones de este departamento.
El pueblo molesto por el atropello a sus derechos más fundamentales cerco la ciudad, así como hizo el cierre de las válvulas para el suministro de gas al parque industrial de las logias empresariales cruceñas y que por tal motivo y afectados en sus riquezas, ahora lloran y dan alaridos ya que sus miles de millones son afectados.
Ello nos da a entender que mientras las elites empresariales aun en pleno paro cívico están funcionando (ganando sueldos de más de 20.000 Bs. [2.877 $us]) con normalidad cuando el pueblo que vive del día a día (vendedores ambulantes, taxistas, albañiles, fontaneros, etc.) ganan miserias, peor aún asfixiados por los “patrones de Santa Cruz”, pues ellos deciden a qué hora abren los pequeños negocios, a que hora pueden circular las personas y que vehículo deben utilizar, cual si fuera esta región un territorio ocupado similar al de Palestina en relación con el régimen israelí.
"Me debo al pueblo y no respondo a millonarios ni a logias cruceñas" dijo el alcalde de Santa Cruz Johnny Fernández, que al tener esta postura fue tildado de “masista” y que por este calificativo muchos cruceños han sido golpeados, humillados y asesinados.
Las imágenes que circulan en los medios de comunicación y las redes sociales son contundentes, pues muestran nuevamente el verdadero rostro barbárico y violento de las logias cruceñas.
Según Theodor Adorno (en “La teoría de la personalidad autoritaria”) el individuo que tiene la personalidad totalitaria; “Fascista en potencia” sufre un bloqueo emocional cuya resolución solo es posible mediante el refugio en actitudes intolerantes y autoritarias, cristalizadas por ejemplo hoy en Fernando Camacho, Rómulo Calvo, Vicente Cuellar y Reinerio Vargas.
Las ideas totalitarias de la extrema derecha facistizadas en el Comité Cívico de Santa Cruz, las logias del poder empresarial (Toborochis, Caballeros del Oriente) y la Gobernación con el apoyo camaleónico de la Iglesia Católica, hoy quieren desestabilizar el gobierno legítimamente constituido de Luis Arce Catacora y David Choquehuanca (55% del total de los votos).
Esta oposición carente de ideas no quiere dialogar solo imponer su voluntad a raja tabla, arrogándose la legitimidad de más de 11 millones de bolivianos para imponer un censo que no está consensuado, en tal sentido su único fin es derrocar o ser la chispa que incendie el Estado Plurinacional de Bolivia para que igual al 2019 se autoproclamen gobierno y desfalquen las arcas del estado sumiendo al país andino en la miseria y la podredumbre.
Por Roberto Chambi Calle
[1] Jurista, teólogo y analista en Relaciones Internacionales.