Falsas acusaciones y campañas mediáticas son utilizadas contra gobiernos y líderes latinoamericanos para sacarlos de la vida política en lo que muchos consideran como la reedición del Plan Cóndor, porque sus objetivos son los mismos, pero con métodos diferentes.
La también llamada Operación Cóndor, una especie de transnacional del crimen, fue implementada en el cono sur de América Latina entre los años 1970 y 1980 por los regímenes militares, con el auspicio de Estados Unidos, para eliminar a los opositores, principalmente de izquierda.
Pero si en aquel momento se pretendía acallar sus voces a través de los asesinatos, las torturas y desapariciones, en la actualidad se recurre a muchas otras vías para inhabilitarlos políticamente.
Un nuevo Plan Cóndor está en marcha en la región, advirtió el exmandatario ecuatoriano Rafael Correa y explicó que ahora, a través de denuncias falsas de corrupción, intentan deslegitimar a expresidentes para destruirles su reputación y dejarlos fuera del juego electoral.
El caso más reciente es el del fundador del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, encarcelado por orden del juez de primera instancia Sergio Moro, después que un tribunal lo condenara a 12 años y un mes de prisión por supuesta corrupción, sin presentar evidencias, ni a ningún testigo capaz de incriminarlo.
El arresto de Lula provocó una oleada de repudio en la región, donde dirigentes políticos denunciaron que la verdadera intención del proceso contra el exmandatario brasileño es impedirle su presentación como candidato para un nuevo período en las elecciones presidenciales de octubre.
Hasta ahora, y a pesar de su ilegal encierro, el fundador del PT domina las intenciones de voto con vistas a los comicios, con una amplia ventaja sobre el aspirante de la extrema derecha Jair Bolsonaro.
La persecución contra Lula es una nueva fase del golpe parlamentario judicial fraguado por el Senado brasileño en 2016 contra la presidenta Dilma Rousseff, acusada de supuesta violación de normas fiscales.
Por 61 votos a favor y 28 en contra, el Senado apartó del poder a una mandataria que había sido electa democráticamente por más de 54 millones de votos.
Este tipo de golpes “suaves” o “blandos”, llamados así porque no se utiliza la fuerza militar, ya había sido aplicado en 2012 en Paraguay contra el entonces presidente Fernando Lugo, quien fue separado del cargo a través de un denominado juicio exprés impulsado por la oposición en el Parlamento.
Interrogado sobre la arremetida contra gobiernos progresistas en Latinoamérica, el presidente boliviano, Evo Morales, aseguró que la región enfrenta un segundo Plan Cóndor, sólo que ahora es a través del golpe judicial.
Cuando surgen un presidente de izquierda o gobiernos que se oponen a políticas de saqueo, ahí viene esta clase de golpes, advirtió Evo en su cuenta de Twitter.
El propio mandatario boliviano fue epicentro en 2015 de una guerra mediática, cuyo objetivo era dañar el centro de gravedad del proceso de cambio.
A través de una campaña de mentiras se intentó mancillar la imagen del primer jefe de Estado indígena boliviano, a pesar de las profundas transformaciones registradas en ese país desde su llegada al poder.
Baste señalar que en poco más de una década Bolivia salió de la lista de países más atrasados de Sudamérica y se convirtió en el primero en crecimiento económico regional. En ese período más de dos millones de personas salieron de la pobreza.
El presidente Morales ha señalado al secretario general de la OEA, Luis Almagro, de estar detrás de los planes contra gobiernos progresistas y de izquierda.
“Almagro tiene política de Plan Cóndor. Si no elimina físicamente, quiere eliminar políticamente a presidentes y gobiernos antiimperialistas”, advirtió Evo.
El secretario general de la OEA utiliza al organismo hemisférico como una tribuna para atacar permanentemente a Venezuela, promover sanciones contra ese país, desconocer su proceso electoral y hasta alentar una intervención extranjera, como quedó evidenciado en la pasada Cumbre de las Américas, celebrada en Lima.
La reedición en Latinoamérica de métodos aplicados en el pasado para generar caos y violencia y crear pretextos para una intervención estadounidense, también es un tema que ha sido abordado por el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
“A la derecha venezolana y de la región la mueve el Plan Cóndor, para intentar volvernos a los tiempos del dominio, del saqueo. Esa es la oligarquía en nuestro país”, dijo en una ocasión Maduro.
Para algunos expertos, existe similitud entre la guerra sucia librada contra la Revolución bolivariana en Venezuela y lo que hizo de 1970 a 1973 el periódico El Mercurio en Chile contra el gobierno democrático del presidente Salvador Allende.
Cuatro décadas después de la represión masiva y los golpes de Estado aplicados en Sudamérica la historia se repite, si bien hoy se recurre a otras vías para desestabilizar a los gobiernos, como la guerra psicológica, las campañas mediáticas, la promoción de la violencia callejera, y la incitación al descontento y la desobediencia social.