William Wallace fue un soldado que dirigió al ejército de Escocia contra la ocupación inglesa a finales del siglo XIII y primeros del XIV. Su fama aumentó tras el estreno en 1995 de la película Braveheart, en la que Mel Gibson interpretaba a este guerrero.
Las fuentes acerca de la vida de William Wallace no son contemporáneas y además, suelen estar teñidas por la propaganda de un bando o de otro y también contaminadas por las leyendas surgidas en torno a su figura.
La mayor parte de los datos de su vida se encuentran en un poema escrito por Henry El Ciego en 1470 llamado "The Actes and Deidis of the Illustre and Vallyeant Campioun Schir William Wallace" y que posteriormente adaptó William Hamilton en 1722. Aún así, se pueden rescatar algunos esbozos para poder conocerle mejor y entender las circunstancias de su vida y por qué es tan admirado aún hoy día no sólo en Escocia sino en todo el mundo.
William Wallace nace un 3 de abril de 1270 en el condado de Renfrewshire, Escocia. Aunque por lo general se afirma que su ciudad natal fue Elderslie, hace poco han aparecido fuentes que dicen que fue Ellerslie, una ciudad junto a Kilmarnock, en el condado de Ayrshire.
Quizá los nombres de ambos lugares se hayan confundido en los documentos antiguos aunque lo cierto es que tanto el padre como la madre de William Wallace eran originarios del condado de Ayrshire, lo que se suma al hecho de que sus primeros movimientos también han sido registrados en este lugar.
Su primera acción ocurrió en Lanark, que no está especialmente cerca de ninguna de las dos ciudades, pero desde ahí, se trasladó a Ayrshire para unirse en Irvine con otros nobles escoceses. Por último, otro argumento a favor de Ellerslie es que ésta es una ciudad conocida desde muy antiguo mientras que Elderslie es conocida desde el siglo XIX.
William Wallace no fue hijo primogénito sino el menor de tres hermanos. Su padre, Malcolm Wallace, poseía ricas tierras que heredaría el hermano mayor de William, llamado también Malcolm, como su padre, y descendía de la estirpe de Richard Wallace, Richard el Galés, quien llegó a Escocia en el año 1130. De ahí que se mencionen los orígenes galeses de William Wallace además de su ascendiente escocés. Wallace, de hecho, es la transliteración del antiguo escocés "Welsach", que quería decir "de Gales".
Al ser el hijo menor, no le correspondía ninguna herencia así que lo lógico era que se dedicara a la vida clerical, destino habitual en los hijos de los nobles que no heredarían nada de sus progenitores. Por ello, cuando era adolescente, fue enviado a estudiar a una abadía de Dunipace , cerca de Stirling, donde su tío paterno impartía clases. Allí aprendió varios idiomas, inglés, francés, latín y gaélico, y quizá, al ser su padre un caballero, adquirió nociones del oficio militar. Poco después, cuando regresó a la aldea en la que había nacido, contrajo matrimonio con Marian Braidfoot.
Respecto a ésta última, también conocida como Marion Braidfute de Lamington, decir que el motivo por el que William Wallace decide rebelarse contra los ingleses no tiene nada que ver con el derecho de pernada, ya que, de hecho, esa ley no existía en tiempos de Eduardo I.
Tampoco fue asesinada por el sheriff inglés (quien pretendía casarla con su hijo según Henry El Ciego); seguramente debió morir antes de que comenzara la rebelión contra Inglaterra por lo que no tuvo nada que ver en las decisiones de William Wallace sobre la misma ni en su saqueo a Lanark. Aunque el nombre de la joven aparece en el relato de Henry El Ciego, no hay pruebas documentales que atestigüen su existencia, al menos con ese nombre.
Siempre según Henry El Ciego, William Wallace afirmó que no contraería matrimonio hasta haber liberado Escocia del yugo inglés pero parece ser que acabó casándose y que Marian, antes de morir, le dio una hija. Dado el poco tiempo transcurrido entre el momento en que William y Marian se conocen y ella queda embarazada, muchos libros del siglo XIX omitieron la existencia de la hija para no alterar la moral de la época y no ?ensuciar? al gran héroe.
Alejandro III reinaba en Escocia desde 1270 en lo que fue un largo período de paz y prosperidad económica en el país. La heredera al trono era su nieta Margaret, quien a la muerte del rey era tan sólo una niña por lo que se estableció un consejo de regencia hasta que alcanzara la mayoría de edad. Eduardo I de Inglaterra se mostró interesado en casar con ella a su hijo, de nombre también Eduardo, para así unir ambas coronas, la de Inglaterra y la de Escocia pero ocurrió algo que nadie podía preveer.
La princesa Margarita murió de forma inesperada en las islas Orcadas en 1290 por lo que no solamente el plan de Eduardo I perdió su sentido sino que, al no existir heredero, los clanes escoceses comenzaron a pelear entre sí por el trono de Escocia. Esta tensión se agravó especialmente entre las familias de los Bailleul, quienes se habían atrevido a firmar un pacto con Francia, y los Bruce.
Los primeros fueron derrotados por Eduardo I, quien se había erigido en árbitro del conflicto para poder tomar posiciones para sí mismo, por lo que ya solamente quedaban como pretendientes al trono de Escocia Robert Bruce y Edward Bruce (futuro rey de Irlanda). Parecía claro qué familia iba a hacerse con el poder pero entonces, Eduardo I invadió Escocia en 1296.
Antes de que estallara en sí la guerra entre Escocia e Inglaterra, es cierto que muchas aldeas escocesas estaban sufriendo el saqueo de las tropas de los ingleses apoyados por galeses e irlandeses. De hecho, se especula con la posibilidad de que el propio padre de William muriera en 1291 en la defensa de uno de esos saqueos. Ese mismo año en la villa de Ayr, William Wallace reunió a un grupo de hombres y juntos atacaron en Lanark al destacamento inglés establecido en el condado, matando a un gran número de soldados.
Unos días más tarde, las fuerzas de Eduardo I lo capturaron y lo llevaron a prisión. Existen dos versiones acerca del modo en que salió de ella: una dice fue la multitud y otra, que fue gracias a su astucia. Una vez libre de nuevo, William Wallace se reunió con sus hombres y les instruyó a ellos y a cualquiera que se les quisiera unir en el arte de la guerra antes de volver a enfrentarse a los ingleses.
Poco después, aunque se cree que pertenece a la leyenda que rodea a William Wallace, éste logró asesinar al hombre que había acabado con la vida de su padre por lo que se convirtió en un proscrito buscado ya no solamente por los ingleses sino también por los escoceses.
En esta época, William y sus hombres eran poco menos que un grupo de bandoleros hasta que se unió a ellos Andrew de Moray, uno de los caballeros más importantes del país. Unidos los hombres de William Wallace con los de Moray, se dirigieron a Stirling para recuperar el castillo que con tanta facilidad había capturado Eduardo I.
William Wallace fingió que quería una entrevista con el conde de Surrey, alcalde de Stirling, para negociar la rendición de los escoceses. Surrey, totalmente crédulo, aceptó encontrarse con él para dialogar pero cuando los ingleses iban a cruzar el puente de Stirling, que dio nombre a la batalla, las tropas de William Wallace cayeron sobre ellos al mismo tiempo que las de Moray les cortaban el paso por la retaguardia.
Este puente permitía el paso tan sólo de cuatro o cinco caballeros al mismo tiempo por lo que los escoceses, a pesar de la inferioridad numérica, pudieron salir victoriosos. Además, el puente cedió llevándose consigo a buena parte de las tropas inglesas. Así, el 11 de septiembre de 1297, William Wallace y su ejército, unos 2.500 escoceses, se enfrentaron a las tropas del conde de Surrey, arrasando por completo con las fuerzas inglesas compuestas por 10.000 soldados de infantería ligera y 300 caballeros.
Tras esta hazaña, William Wallace fue nombrado "Guardián de Escocia" y se dispuso a conquistar la ciudad de York, lugar desde el que salían todos los ataques dirigidos contra los escoceses, tras tomar de nuevo el castillo de Stirling. En las inmediaciones del lugar en el que se libró esta batalla se erige hoy día un monumento en honor a William Wallace.
Tras esta victoria, William Wallace comenzó a ganar popularidad por encima de Moray debido a su gran carisma. A pesar de todo, los consejeros de Eduardo I no le dieron demasiada importancia y seguían pintándolo como a un simple bandolero que hacía ruido de más.
Sin embargo, en octubre de 1297 William Wallace invadió Northumberland y Cumberland, saqueando y devastando todo lo que encontró a su paso. Los escoceses comenzaron a venerar a Wallace lo que suponía que los nobles se aliaran formando una gran fuerza. Eduardo I, entonces, comenzó a ser consciente de que se enfrentaba a algo más que un simple bandolero.
Algunos miembros de la aristocracia escocesa trataron de aprovecharse de la fama de William Wallace, entre ellos John Bailleul, quien en diciembre de 1297 lo armó caballero en una gran y solemne ceremonia en la que, además de guardián de Escocia, fue nombrado gobernador en nombre de los Bailleul como legítimos monarcas de Escocia. Los Bruce, sus principales rivales, no debieron estar demasiado conformes con esto.
El 22 de julio de 1298 William Wallace se enfrentó con el ejército del rey inglés Eduardo I, quien había llevado a cabo una nueva invasión de Escocia el 3 de julio de ese mismo año.
Moray había muerto a consecuencia de las heridas sufridas durante una batalla, motivo por el que se cree que la batalla de Falkirk partía con desventaja para los escoceses. El rey decidió lanzar su famosa caballería pesada contra los escoceses pero William había previsto esa estrategia por ello contaba entre sus filas con los Schiltroms, soldados que portaban lanzas de dos metros con las que detener la carga de los caballos, algo semejante a los hoplitas de Alejandro Magno.
La táctica surtió efecto pero después, Eduardo I decidió emplear a los arqueros galeses quienes acribillaron sin piedad con sus flechas de fuego a los soldados escoceses. William Wallace pudo huir a duras penas y permaneció durante días oculto en los bosques cercanos. Se le dio por muerto, pese a lo cual Eduardo I invadió el norte y el noreste de Escocia enfrentándose a los Bruce.
Robert The Bruce (quien, por cierto, es el auténtico Braveheart en las crónicas escocesas) y su segundo de a bordo, Juan el Rojo, se habían convertido en los nuevos guardianes del reino ante la ausencia de William Wallace.
Las fuentes no informan sobre qué sucedió con los Bailleul. Wallace, mientras tanto, viajó a Francia para tratar de conseguir una alianza militar y especialmente económica contra Inglaterra. Este esfuerzo no tuvo ningún éxito ya que en 1303 Francia e Inglaterra habían firmado una paz mediante el Tratado de París por lo que los franceses no podían intervenir en un conflicto que les enfrentara con Inglaterra.
A pesar de todo, el rey de Francia Felipe IV le ofreció tierras y un título nobiliario que William Wallace rechazó por su amor a Escocia, según dice la leyenda. Aunque la famosa película de Mel Gibson muestre un romance entre Wallace e Isabel de Francia, lo cierto es que ésta tenía apenas diez años en aquella época por lo que resulta bastante improbable que algo sucediera entre ellos.
Se cree que después, William Wallace se dirigió a Roma donde se entrevistó con el Papa Bonifacio VIII, quien precisamente había obligado a Francia y a Inglaterra a firmar la paz, y, posteriormente, viajó hasta Noruega para pedir ayuda al rey Haakon IV en virtud de los lazos que le unían a la breve reina Margarita, la nieta de Alejandro III de Escocia, ya que era su tío.
Éste último, aún así, no parecía tener demasiado interés en los asuntos escoceses así que no logró resolver los problemas de Wallace. Al no conseguir ayuda, William Wallace regresó a Escocia oculto en un barco mercante francés tras atravesar Inglaterra, resuelto a organizar una nueva resistencia ante los ingleses por sus propios medios ya que no había logrado conseguir ningún tipo de ayuda.
En 1304 los ingleses habían reconquistado Stirling lo que provocó que muchos aristócratas escoceses decidieran firmar un tratado de paz con Inglaterra para terminar con el conflicto. Eduardo I se negó a firmar ningún acuerdo hasta que le entregaran a William Wallace. Esto llevó inevitablemente a que el otrora guardián de Escocia fuera traicionado y entregado a manos de los ingleses.
Supuestamente, la traición de Menteith no estaba solamente motivada por el dinero sino porque sus hijos habían muerto durante un saqueo de los escoceses. Otras versiones apuntan a que era un antiguo compañero de armas que infiltró a uno de sus sobrinos en la banda de William Wallace a modo de espía. Sea como fuere, ese mismo día fue atrapado en su escondite y llevado a la Torre de Londres. En este lugar se solía encerrar a los delincuentes comunes, lo que suponía un acto simbólico del desprecio de Eduardo I a William Wallace, considerándole de esta manera poco menos que un bandolero a pesar de todos los problemas que le causó. El juicio de William tuvo una sentencia clara: sería ejecutado por traición al rey. Sin embargo, antes de eso, le esperaba una larga y lenta agonía.
Sin embargo, no acabó ahí. El cuerpo de William Wallace fue dividido en cuatro partes. Su cabeza, tras ser sumergida en alquitrán, fue clavada en una pica y exhibida encima del Puente de Londres para que sirviera de advertencia a posibles traidores al rey. Sus miembros fueron repartidos a distintas partes de Inglaterra: el brazo derecho fue a Newcastle, el izquierdo a Berwick, el pie derecho a Perth y el pie izquierdo a Aberdeen.