Un viernes ventoso de abril, a pocos metros de Borj Nord, esta formidable fortaleza meriní que domina la medina de Fez, una decena de curiosos se reúnen en torno a un ciclista como ningún otro. A sus 65 años, Driss Alami Marrouni, todo sonrisas, se prepara para emprender una peregrinación extraordinaria.
El trotamundos, acostumbrado a largos viajes solitarios en bicicleta, ha asumido el reto de visitar las mezquitas más famosas del mundo islámico, durante un viaje sobre dos ruedas que le llevará desde la mezquita Al Quaraouiyine de Fez hasta La Meca, pasando por Santa Sofía. Mezquita de Estambul, la Gran Mezquita de Al Azhar en El Cairo y Al Masjid Nabawi en Medina.
Después de haber unido Tánger a Guerguerat, luego Marrakech a El Aaiún y nuevamente Casablanca a El Aaiún durante tres ediciones de la aventura “Tras las huellas de un Rey”, el ciclista decidió, esta vez, poner la vara aún más alto.
"Este recorrido es más que un simple viaje, es una búsqueda personal para explorar la profundidad de la fe y la magnificencia de nuestros monumentos sagrados", explicó a la Agencia de Prensa Marroquí, MAP.
Titulado “Entre ruedas y minaretes” y apoyado por la Real Federación Marroquí de Ciclismo, el Ministerio de Educación Nacional, Educación Infantil y Deportes y el Ministerio de Asuntos Exteriores, Cooperación Africana y Marroquíes Residentes en el Extranjero, este viaje pretende ser una exploración arquitectónica y espiritual. , propicio para la introspección y la contemplación de los lugares más venerados y sagrados del mundo islámico.
Es también una oportunidad para difundir los valores de moderación y de tolerancia que distinguen a Marruecos bajo la dirección ilustrada de SM el Rey Mohammed VI, destacó el aventurero.
En este sentido, la elección de Fez para iniciar esta búsqueda deportiva y mística no podría haber sido más acertada. Cuna de la civilización marroquí, Fez alberga la famosa Universidad Al Quaraouiyine, que sirvió durante siglos como faro espiritual, donde Marrouni encontró fuerzas para afrontar el primer día de su expedición.
Para llegar a su destino, para afrontar los elementos y lo inesperado, el ciclista deberá armarse de su inagotable pasión por el ciclismo y dejarse guiar por su fe, repitiéndose, en momentos de dolor, sus propias palabras: “cada golpe de pedal es un paso hacia la paz espiritual", según h24info.ma